Juego de palabras imposible de gozar por escrito.
Favor de léerselo a alguien con la entonación adecuada.

-Me tengo que comprar una malla para ahora, para las vacaciones y vi unas re buenas...
(Chechu) -¿Por acá?
-No, en un mayorista
(Pato) -Claro, por eso vende "mallas"...porque es "mayorista"
-Entonces está mal: debería vender "mayos"
-Cierto...el negocio que vos viste seguramente era un "mayarista", mamá
-También hay que ver si en enero venden mallas...quizás solo las venden en mayo
-Si...típico... los eneristas venden eneros...Al mes siguiente vienen los febreristas...
-Y los que son mas conocidos son los de marzo, los marxistas. A esos sí que los conoce todo el mundo.
-No sé si venden, pero arman unos bardos...
- Después de las revoluciones que se mandan los marxistas, para cuando llegan los mayoristas nadie entiende nada...venden mayos, mallas, es todo una mezcla, a nadie le importa...
- Claro
- Obvio

Claro. Obvio.
Mis dos hijos están locos. Pero son super ocurrentes, a que si?

Cero ganas

2:53 a. m. | 0 Comments

Así dicen los chicos, para justificarse cuando no quieren leer mucho, escribir mucho, pensar mucho.
No es tanto así, pero ando volcado demasiados litros de mi combustible vital en el nuevo trabajo. Está bueno, menos mal y me gusta, y todos los etcéteras. Pero me deja poco tiempo para leer tonterías, para dormir bien, para salir a ver el sol.
Ya va siendo hora de que el 2007 amaine...

Te lo digo con fotos: el 2007 se va así:
Uf, pasó cerca, se lleva mi camiseta como trofeo


Y el 2008 quiero que empiece así:

Sí! Olas y arena y criaturas inteligentes y divertidas. Les deseo lo mismo (o casi)
El juego de palabras no es mío -aclaro-sino de Les Luthiers. Y daaaaaaaaale,....está bieeeeen! Son días de jolgorios un poco injustificados, pero para no ser menos, me sumo al festejo: Ho, ho. ho! Feliiiiiiz Navidaaaaad!

Hay un proverbio muy antiguo que advierte "El demonio está en los detalles"

No sé si entiendo bien la referencia, pero siempre me dio la impresión de que los buenos actúan de manera mas espontánea y sin medir consecuencias, y en cambio, las malas jugadas, las agachadas, las trampas, exigen una dosis extra de planificación, y por ende, de ajuste a los detalles.


También, aunque suene paradojal, es típico de ciertos ególatras el perderse de vista algunos detalles. Bah, ellos son la estrella luminosa...quién habrá de mirar más allá?


Mi ojo es verdugo en los detalles, en toda clase de detalles: una falta de ortografía en un e-mail puede revolcar el chamuyo del más pintado, unas medias blancas con los mocasines náuticos dan un vuelco irretornable a una decisión laboral, la confesión tal vez demasiado temprana de que la lectura del horóscopo acompaña el desayuno pone punto final a mis cavilaciones mentales acerca de si contarle o no contarle tal cosa de mi vida a esa persona.
Sí, soy lapidaria, y vaya a saber si cometo injusticias por esa manía de capturar las particularidades, a simple vista, más ínfimas.


Súmenle a esa extravagancia el plus de manejar algún que otro dato pseudo científico, como varios años de estudiar psicologías y análisis de humanos, haber tomado un curso de grafología aplicada, llevar un minucioso recuerdo de los símbolos más clásicos de los sueños según Freud.


Entonces, cuando alguien firma o garabatea unas líneas enfrente de mí, cuando relata inocentemente una pesadilla, cuando usa un chiste que lo deja al descubierto en alguna tipología identificable...¡tin! suena la campanilla interior de mi adorable demonio, un demonio de entrecasa sin ningún atributo de temer: el demonio de los detalles.


Pruebas al canto, vamos a jugar:
Una conocida me incluye en una lista de mails (supongo, sin reparar en ello) avisando que subió su foto a uno de esos mercados de carne donde usuarios famélicos de contacto o aprobación ponen su "mejor foto" y esperan que les digan, mediante una mustia escala numérica, si se mantienen apetecibles en el escaparate impúdico del siglo XXI.


El asunto es triste y simple: ves la foto, pulsás sobre el número de 0 a 10, el susodicho recibe la puntuación, y con sucesivos votos se va formando un promedio. El índice que marca, sin derecho a réplica, si el dueño de la foto es "Sexy o no". Bueno, miren...en lugar de observar si son sexys...o no...yo me fijo en otros pormenores, cosas que han salido en la foto por casualidad o destino.


Por ejemplo:(piadosos abstenerse, me voy a poner ácida...pero es sólo bromeando!)
Empecemos con el muchacho en cueros. Bueno, está orgulloso de lo que consigue en el gym..
Pero... entonces por qué esa cara?
Esa cara de ...
1: Estas sandalias berretas si no se ven, mejor
2: Vivo en un barrio cualunque
3: La camioneta de mi vecino es mucho más cool que mi auto modelo 79
4: Shit! Salieron los malvones de mamá en la foto!


Foto de la señora antes de irse a bailar música de los ochenta con "las chicas"
Detalles:
1: Antes de dejarme, el Cacho me hizo plastificar los pisos, por lo menos
2: Y terminó el bajomesada de roble, con manijitas torneadas
3: El sillón símil cebra me lo regaló mi hermana. Divino.
4: Sacate el saquito para la foto!!!! mostrá lo que tenés, nena!






Foto del dolape que se hace el intelectual y distraido, tipo "sacame una foto que parezca que leo en serio"
1: ¿Qué lee? ¿Un manual de la secundaria??
2: Él quizás se esfuerza por dar una imagen de tipo rudo e independiente, pero la hermanita menor pega posters de chicos de la tele al lado de las penosas reproducciones -sin marco- de Diego Rivera, pone muñequitos arriba de la PC y en una de esas hasta eligió el fondo de pantalla.
3: El caballero FUMA mientras chatea y BEBE ídem
4: Se hace el tecnológico mostrando la PC pero no sabe sacarle la fecha a la cámara digital.


Jovencita intentando dar el look "chica buena pero divertida". Se concentró en su cara, se olvidó que la cámara fotografía todo lo de alrededor también.

1: ¿Justo elegiste amarillo? Se nota el push up así! Y como solo se concentró en la carita...no se acordó de pararse en una pose más femenina...
2: Esta niña se saca las ojotas a golpe de pata, y NO las guarda. Tampoco ordena la ropa que se estuvo probando. Y miren el perchero!! Hay cosas colgadas desde que renovó el DNI a los 8 años, mas o menos...
3: Esas paredes tienen humedad, papáaaaaaaaa


Jovencita que se saca la esperable foto inclinada, recurso que luego usarán sin asco los estudiantes de diseño gráfico (cuando quieren subvertir algo, simplemente lo inclinan entre 30 y 45 grados). Quema la foto, pero no importa, porque puede sacar 174,893 más con la cámara nueva que le regalaron para los 15.
Detalles:
1: Cuidado que es mentirosa...declaró tener más de 18 para ingresar al grupo "sexy o no" pero ahí se ve su foto de salita celeste...y no pasó suficiente tiempo como para renovarla. Una criaturita. Ojo.
2: Incluso está la foto de los nonnos!! Acompañada de un pisapapeles con frases memorables.
3: En los estantes se ven colecciones dudosamente "parejas", las típicas compras masivas de libros estilo "Guía visual del planeta tierra" o "Grandes nombres de la literatura universal". Ergo: los padres de esta nena no leen en serio. Ponen libros porque queda bien.
4: Ya aprendió a hacer el gesto inequívoco de las lolitas que quieren provocar: frunce los labios mientras entorna los ojos como al descuido.
Danger! Danger! El demonio está en los detalles!

Hay cientos, hay miles y cientos de miles... chicos que fuerzan una cara seria (¿alguien les habrá dicho que es más sexy quien menos se ríe?) y salen patéticos, o que ponen una mirada lasciva y de fondo se ve el calzoncillo secándose en la manija de la ducha, o frases que revelan abiertamente una mala escuela primaria, una idea horrorosa acerca de la poesía, o una incapacidad manifiesta de ser honestos. ( Palabras de presentación: "Soy divertido, sincero, me gustan las cosas de frente" Foto: gorra, lentes negros, foto tomada de arriba para disimular la panza...¿y el sincero? ¿salió a la vereda a fumar?)
Y así voy: en una colección de fotos, donde hay que mirar caras yo miro fondos, en un menú donde hay que elegir un plato yo encuentro los errores de tipeo, y desde el interior de la librería me detengo a ver cuántos de los transeúntes miran los libros y cuántos su propio reflejo en el escaparate...

Y bueno, para finalizar la revista:
él es un chico lindo (ah, sí, claro, por eso lo puse!) que no deja que nadie le diga qué usar y qué no.
Que no se esfuerza mucho por poner "cara de foto": él YA TIENE CARA DE FOTO y no necesita simulacros.
Para mí que es buen tipo y tiene un poco de angustia porque se va a quedar pelado pronto.
Su detalle: reloj con malla violeta.
Too much.
No sé cuál será su nombre. (El nombre de la rosa)
-I-

Una canción de cuna, que me devuelve a un olor tibio y azul del alcohol de quemar, a unas noches íntimas y borrosas. Mi vieja me cantaba, con una voz muy joven. "Duerme, duerme, negrito....que tu máma está en campo, negrito"
Era hermosa y triste, una mamá luchadora, y trabajadora y joven, una mamá que era en casi todo igual a la mía, terca y agotada, dándome palmaditas desde el borde de la cuna. Ella no cantaba bonito, pero yo me quería dormir porque era lo mínimo que podía ofrecerle. Mi mamá me acunaba y se dormía ella...estaba tan cansada...
Las canciones de cuna eran eso, siguieron siendo eso: pedidos amorosos de descanso.

-II-

Chechu escucha todo el día a Serrat, un poco de Sabina, un poco de Sui Géneris. Estamos como invertidas, yo soy la que pone algo de música electrónica, una pizca de Estelares, algo más digerible para el alma.
No entiendo de dónde le viene a mi hijita ese gusto en estilo boomerang. Juro que no hago nada en ese sentido.
Entonces suena "Para la libertad" y ella pregunta, no sé, que por qué habla de los hospitales, qué cuál es el sentido, qué quiso decir Serrat... yo respondo vagamente que Serrat nada, que es un poema de Miguel Hernández, ese pastor de cabras que se enseñó solo, que se volvió librepensador y por eso fue encarcelado por el franquismo. Que escribió ese poema en la cárcel, asegurando que para la libertad era que se mantenía vivo. Ella abrió los ojos como soles.
A todos los adolescentes les simpatizan los héroes libertarios.
- Y qué más escribió?
- Bueno..."Las nanas de la cebolla" no lo escuchaste...? (canto un pedacito, ese que dice que al octavo mes ríe con cinco azahares, con cinco diminutas ferocidades)
Abre más los ojos. Se sienta en la PC, tac, tac, tac a las teclas y al rato suenan los acordes de las nanas. La lee completa en voz alta. "Es hermosa,... y es triste..." dice, como decía -como pensaba- yo, cuando mamá me acunaba.

-III-

-El jueves la tía Lala va al recital de Serrat y Sabina- les cuento.
Va sola, y dice que mejor así, porque se va a emocionar mucho y eso...es incordioso de explicar en medio de un recital. Se va a emocionar por qué. Porque las canciones de Serrat le van a recordar a su mamá, la "Abu Ana", que ya no está. Ah. Claro. A Abu Ana le gustaba Serrat. Sí. Mucho. Mirá vos.

Flashback: ¿Fue Ana la que me contó a mí la historia de Hernández y las nanas de la cebolla? Sí, seguro que sí. Creo que cuando supe a qué venía eso de amamantarse con sangre de cebolla, la canción me sonó más dulcemente bella, más trágicamente amante.
De pronto y sin necesidad de simplificarlo más, el nudo del tejido cerró su borla alrededor de la cáscara blandita de mi corazón: pegó un tirón, enlazó con un doble bucle y siguió tejiendo...la vida...la vida... sigue urdiendo la trama, y en ella las hebras, las lanitas, los flecos, nos vamos acomodando lo mejor que podemos a los vaivenes de las agujas que nos entrelazan.

-IV-

Aquí un Joan Manuel inmaduro y rebelde, pelilargo y tierno, les canta, cómo no, con todo gusto... "Las nanas de la cebolla"


Miguel Hernández, poeta español, 1910, 1942. Escribió "Las nanas de la cebolla" tras recibir una carta de su mujer, en la que ésta la contaba la extrema pobreza en que se hallaba junto a su segundo hijo (el primero había fallecido el año anterior). Miguel le dice a su esposa en una carta, con fecha septiembre de 1939: "Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche." Ese sufrimiento interior se transformó en una poesía de una ternura y melancolía magníficas. Miguel murió en la enfermería de la cárcel, a los 31 años, tres años después.

  Un día atípico: dormir hasta tarde, ir a Palermo, tomar una clase de origami, jugar a la pelota debajo de unos árboles gigantes mientras la lluvia amenazaba, comprobar teorías completamente inútiles sobre los peces koi y las masas japonesas.
  De regreso a casita, surgió el tema de los tatuajes y piercings, de cómo están presentes en el ojo cotidiano, de cómo ya no llaman la atención. Hay tatuados y perforados de todas las capas sociales. Enchufados y localizables, lo mismo. Personas a las que se les adivina una vida que roza la miseria, pero que de pronto vibran como serpientes de cascabel, y segundos después, están aturdiendo a todo el vagón con sus ringtones de Shakira.

Íbamos observando el fenómeno como quien se percata de repente de lo que realmente pasa, como quien se despierta en medio del sueño pacífico del resto de la familia. Yo recordé los vaticinios de algunos autores de ciencia ficción que trazaban la cartografía de un mundo contaminado y violento, en el que abundaban los humanos trastocados por los efectos radiactivos de una última (o anteúltima) guerra. Sujetos con más dedos de los esperables, con una boca de más, un pie surgiendo de la rodilla, una frente protuberante dando sombra a ojos empequeñecidos y vacuos... un embrutecimiento del espíritu venía de la mano con este amargo porvenir de los cuerpos mutantes.
El cóctel de la raza se completaba casi siempre con robots, y por cierto, con esos puzzles cuasi frankesteinianos, cyborgs mas logrados.


En algún relato de ciencia ficción que he leído (creo, espero no errar, era en "A través del mar de soles") se narraba un ambiente en el cual los cuerpos se transformaban alegremente en campos de manipulación: hombres que ostentaban crestas de pelo como crines, que cubrían las espaldas, mujeres con parches epidérmicos que variaban a voluntad su coloración, cambios de sexo reversibles, redistribución de fluidos, de glándulas, de cartílagos...

En la comprobación empírica de que TODOS los cuerpos que estábamos mirando tenían rasgos de haber sido modificados encaja bien la asociación entre mis lecturas de CF y la realidad. Cabellos teñidos, perforaciones varias, ajustes de contornos para calzar en la ropa, uñas limadas con formas antinaturales, y los tatoos...muchos, muchísimos, tantísimos tatoos aquí y allá. 
Y, pegados a las orejas o a los dedos pulgares, los celulares. Como un anexo. Como una extensión del yo.
Por cierto, tanto mi hija como yo entrábamos en la misma clasificación.
Hemos pasado juntas la experiencia -terrible- de un cuerpo vital que se deja masacrar por los dictámenes de una posmodernidad hipócrita que vocifera a favor de la ecología y la salud, pero fuerza los cuerpos normales hacia delgadeces que conducen a la androginia, cuerpos que no parecen de hombres, ni de mujeres, ni de personas reales, cuerpos de clavículas salientes y ojeras violetas. Perforarse con una lanceta de acero es menos agresivo que soportar día y noche la violencia simbólica de sentir que tu cuerpo "no encaja" en el discurso del 90% de tus congéneres (pues hasta los que padecen el estigma de la imperfección beben de sus aguas: sienten vergüenza de sus redondeces, suspiran por tener piernas brillosas y perfectas como las de Araceli en las publicidades de ropa interior, se sienten feos, se sienten acaso menos humanos...)
A veces un tatuaje es una manera de ingresar. A veces unas zapatillas carísimas. A veces una bolita negra bajo el labio. Pequeños estadios intermedios. Alcanzables.

Y digo: no es el futuro apocalíptico y nihilista de algunos presagiadores del horror, no veo un presente de sujetos tuneados en exceso, por ahora siguen siendo la excepción los infortunados que se agujerean las mejillas y se tajean los brazos y se meten cuernos de acero bajo la piel del cráneo tan sólo para provocar...
Pero sí veo -y lo veo claramente, parafraseando a Silvio- que los cuerpos se convierten en un escenario de la cultura, y que esa cultura se transfunde más allá de los estratos sociales, y también más allá de las barreras geográficas o históricas. Fenómenos hasta hace muy poco impensables como la idea de implantar un chip bajo la piel para que tenga una utilidad social, hoy no causa tanto asombro.
Hace un par de días en el blog de Microsiervos, Alvy escribió este post:
"Si alguien quisiera, podría utilizar un virus para insertar una copia de cualquier texto codificado, por ejemplo Los viajes de Gulliver, en su genoma. Lo más curioso es que se convervaría sin apenas errores durante generaciones y generaciones."
Cómo diría el célebre Mendieta: qué lo parió.

O sea que es técnicamente posible que una buena parte del patrimonio escrito por la Humanidad se resguardara en forma de virus transmisibles que copiarían (sin el menor esfuerzo) una carga monstruosa de datos de padres a hijos. Claro que yo podría estar inoculada con el virus que portara, digamos, el Kamasutra y eso no me convertiría en una buena amante.
O podrían haberle encargado a mi descendencia llevar en sus genes las letras de las obras de Lin Yutang, y ellos las transmitirían a sus vástagos sin entender una puñetera palabra.


Los cuerpos serían vehículos de los datos. Portadores de mensajes codificados. Información. Bueno, MÁS información.


Señores extraterrestres: he aquí una humilde perlita de la sabiduría humana,
diría de mí misma en ese caso, si me abducen para examinarme.
Hace días que me da vueltas por la cabeza esta idea de las pestes y las plagas, de los males generalizados o los castigos bíblicos.


Serán estos días zarandeadores de noviembre: uno de mucho frío, el siguiente de calor tropical, el mediodía para minifalda, la medianoche para botas de caña alta. Lo dicen los remiseros (segundos en el ránking de hablar del "tiempo loco", el primer puesto lo tienen los porteros de edificio) que el clima está muy raro, que el planeta se toma su venganza, que claro, que la empezamos a pagar por tanta contaminación y tanto desconche de la naturaleza.
Y flota, en medio de las empatías compartidas por los fenómenos meteorológicos, esa sensación culposa de la plaga...


Cruzan la historia, desde el Diluvio y las siete plagas de Egipto, hasta las horrendas mortandades de la peste bubónica a fines del siglo XVII.


traje de un medico epoca de la peste negraEsa peste que empezó en la India, y fue llevada primero a Asia y más tarde a Europa.


Esa vez recibió el nombre de "peste negra" porque las ratas que transportaban la pulga del delito (la pulga era la infectada, realmente) eran esas ratas de pelo negro y brillante que pululaban por las apestosas callejuelas del mundo humano por entonces. Millares morían sin remedio, los pueblos hedían de cadáveres, y como refieren algunas crónicas no alcanzaban los vivos para enterrar a los muertos.


Se supuso que los gatos transmitían la peste negra, y entonces se los pesriguió y exterminó, aumentando así la expansión de las ratas, y en consecuencia, de la pandemia.


Un prejuicio tuvo más fuerza que la ciencia o el simple análisis... 25 millones murieron víctimas de la peste negra, que se detuvo cuando ya no tuvo donde anidar...


Otro color de la peste, más romántico, si se me permite, es el dado a la tuberculosis o tisis, a la que se conoció como "peste blanca". Dicen, que por el aspecto megapálido de los afectados. Motivo de vergüenza o escarnio privado en la antigüedad, de vergüenzas públicas en los albores de nuestro siglo XXI, en el que algo así como ¡la tercera parte! de la población del mundo está afectada de tuberculosis: la peste blanca, la peste de los pobres, la peste de la miseria y el desamparo, la peste de la incapacidad de los que gobiernan y deciden.


Nos ha tocado asistir a más de un blogger (lector o posteador, da igual) a la metamorfosis del Sida, que comenzó embanderado con el mote doblemente descalificador de ser "la peste rosa". Era una enfermedad, terrible, violenta, veloz, sanguinaria, una peste sin duda, un dedo acusador señalando los descarriados caminos del sexo. Era, además, rosa. Cosa de putos. De mariquitas. De hombres pervertidos y desviados. Bah, ahí tienen su peste rosa, que se jodan: se lo tenían merecido.


Los curas (algunos, bueno) se restregaban las manos dando sermones, los militares argentinos hicieron un payasesco intento de instituir una nueva marca de deshonra y degradación, al proponer que a los 43 pibes a los que se les detectó el virus en el ingreso al servicio militar, les fuera puesto un sello en rojo en el DNI donde se leyera "SIDA".
La campanilla para los leprosos ya estaba inventada desde la época de Jesús, por eso no se lo arrogaron como brillante método de identificación.


Pero la peste rosa muy pronto dejó de ser rosa, y la expansión teñida de vértigo se empezó a cobrar víctimas entre los pequeños, entre mujeres, entre ilustres ciudadanos y ciudadanas, hijos predilectos, artistas reconocidos, peones de talleres, adolescentes desconcertados...


Ya no cuadraba el discurso del castigo moral. No había rey impoluto que desde su manto de armiño nos concediera el permiso de borrar a los apestados, para preservar a los sanos y puros.


Y, batido en este cóctel vomitivo, -peste negra, peste blanca, peste rosa- me resulta imposible no rememorar el lúgubre relato de Edgar Allan Poe "La máscara de la muerte roja". Qué manía de ponerle colores a los tormentos, che...!


Ultimamente la ciencia ha asumido un caracter pedagógico inusualmente fuerte: nos explica todo. Le pone razón a los mitos, ilumina los recovecos de los miedos, tira abajo con un manojo de argumentos incontrovertibles toda una construcción mágica o sobrenatural en un santiamén. Y nos gusta ese afán de entenderlo todo. Creo, es una extensión de la pulsión que sentimos por dominar.


Entonces enciendo la tele y me desayuno de la farsa de las apariciones fantasmagóricas. Me explican y me siento hasta piadosa comprendiendo a otras mentes primitivas. Me dicen que la muerte de los primogénitos de Egipto no fue ninguna advertencia del dios de Israel, sino una consecuencia más (una nube baja de CO2) que formó parte de una catástrofe ecológica, de una sucesión de "desgracias" bien aprovechadas (el agua-sangre, los mosquitos, las ranas....en fin! todo eso!)


La ciencia me explica tanto que me acorrala: ya no queda lugar para mi asombro. Ya ni Fox Mulder me convence. Y aunque sigo sintiendo a mi alrededor esas presencias, esas espirituales compañías, la ciencia me dice que el psiquismo, que el superyo y el ello, que el sujeto barrado y que la mar en coche. Cada tanto me gana y me dejo llevar por sus frescos brazos del raciocinio. Y me gusta saber cosas, lo admito, soy curiosa.


No obstante, no dejo de cultivar una parcela de mi espíritu con una dosis fuerte de misterio, de ciega fe; me relamo los labios y paladeo el sabor antiguo de la superstición o la alquimia.


Si un todopoderoso quisiera oír mis ruegos, yo pediría una plaga incolora (o cuando mucho, plateada): ¡la plaga de los dedos pulgares!


Que caiga sobre todos los dueños de celulares que viajan conmigo día a día...por favor!
A ver,un dios, el que sea: una plaga como ésta, de cuarta categoría, debería ser un pedido fácil.
Para más detalles, espere el próximo post.


Aquí el link al video "El éxodo descifrado" Es largo, una peli. Pero, para quien guste..
Estas dos semanas trabajé mucho (pero MUCHO) con mis compañeras Gabi y Susana organizando y dando vida a un Seminario Virtual para profes de Nivel Superior de todo el país.
Además de haber aprendido una enormidad de cosas -supongo, en parte, por la práctica forzada e inevitable de tener que estar a toda hora entrando y saliendo del campus, arreglando y acomodando detalles- tuve oportunidad de "leer" a gente que vive, trabaja, enseña a cientos, y en algunos casos miles de kilómetros de mí.
Me tocó en gracia establecer contacto con los cuatro especialistas que escribieron sus ponencias para la ocasión. Todos, un lujo. Todos, un gran placer.

Pero de los cuatro -ninguno lee mi blog, así que ninguno se enojará...- quien más me enseñó en estos escasos días fue Daniel Prieto Castillo, un educador mendocino, como gusta definirse.
Se podría decir que hizo que renovara mis votos con la tarea de educar y ratificara mi decisión de humanizar la tecnología, pasito a paso, momento a momento, palabra a palabra.

Daniel dice en su mensaje de saludo final al foro, esta frase:

"No creo en irrupciones tecnológicas en nuestros espacios de docencia (y mucho menos de docencia para formar docentes), si en ellos no se viven experiencias profundas que dan sentido a todo, tecnologías incluidas. No creo en redes tecnológicas no sostenidas por redes humanas entretejidas como aquella trama que quería una compañera de ustedes: cada hebra un ser bien parado sobre la vida y la totalidad del tejido como una red de seres humanos. "

Me emocionó, me hizo sentir bien, me felicité y me puse un muy bien diez por haber elegido esta carrera de educar. Sí, soy una hebra de la red: sostengo a otros, otros me sostienen.
Tengo una deuda insalvable con toda la Historia que me trajo hasta aquí. Y a mi me gusta saldar mis deudas.
Así es que me enrolo en esas filas. Si un día, dentro de poco o mucho, me piden las credenciales diré que soy prietocastillista...de la primera hora!
No sé si tengo un imán, si mi rostro es demasiado amigable en ocasiones, si doy el phisique du rol de la persona compasiva y de buen escuchar. Como sea, es un hecho objetivo que personas que apenas conozco se sientan en confianza de contarme sus penas, confiando Dios sabe por qué en mi bondad y mi sano consejo.

Entonces estamos aquí: el chico que acarrea los muebles y hace recados, una suerte de todoterreno de las oficinas, ante la mínima insinuación de que tiene cara de compungido el día de hoy, suelta el carrito pesadamente sobre la alfombra, suspira y deja caer los hombros con aire de derrota y finalmente susurra "tiene razón, ando mal... pero es que siempre me culpan de todo a mí"
Te culpan de todo, vamos a ver, de qué todo, hey, hey, no me vengas con ese cuento...
El rostro se le ensombrece "En serio. Me culpan. Aunque yo no haga nada. Es algo que me pasó desde chiquito. Me culpan a mí, se me cagan de risa..."
Este es el instante en que mi banco de recuerdos se activa, con un ruido como de cuchillos afilándose, y se dibuja en letras transparentes delante de mis ojos la lunfarda "rajeeemos..."
Pero llega tarde el aviso: ya se largó la filípica y el rosario de lamentaciones, y los ejemplos de nimiedad infinitesimal, y las conjeturas alocadas que lo sitúan, siempre, indefectiblemente, como la víctima de una especie de confabulación mundial. La cara sigue llena de sombras pero se ha vuelto grotesca, y la enumeración de rencillas diminutas entre hermanos o pibes del barrio tiene ribetes almodovarianos. Ay. Que un mal rayo me parta: me está dando risa.
Me esfuerzo por seguir el hilo del lamento pero mi atención revolotea sobre los cómicos microespasmos de su cara y sus manos. Me tiento,me tiento, soy una desalmada, que alguien pase justo ahora y me rescate.
Magnífico: pasó la jefa. Hizo un gesto de "bajen la voz" y señaló la puerta contigua, donde se celebra alguna reunión importante. Sh. Perfecto.
Pero la confesión estaba a punto de llegar a su clímax, y el fulano no se deja amedrentar por un pedido de silencio, asi que arremete, enronquece la voz de sufrido y larga:
"lo que pasa es que me tienen podrido tomándome siempre de chivo respiratorio, viste?"
De chivo respirat...? Tomándote de qué? (no, por favor que no lo diga de nuevo)
"de chivo respiratorio, me toman, sí, como lo oís, siempre soy yo el chivo respiratorio cuando pasan las cosas..."
Pongan cámara lenta (2,5 segundos): trato de fruncir los labios y me tiemblan como si flamearan. El cuello se me hincha, como en un cacareo espantoso. Ladeo la cabeza, miro para otro lado. Me apriero la nariz como ante la inminencia de un estornudo.
Suelten la cámara lenta: no doy más. Le apoyo la mano en el hombro, lo miro con los ojitos llenos de lágrimas por el esfuerzo de contener el estrépito de la risa. El me mira con desconcierto y horror. "pero qué....? pero de qué...?" atina a balbucear cuando la carcajada estalla desconsiderada, límpida, redonda.
Justo ahí se asoma de nuevo la jefa, mira hacia adentro con desaprobación, se topa con los ojos del chivo (¡del chivo respiratorio!) que atontado e incomprendido asiste al show de mi obscena tentación de hilaridad. Ella le repite el mudo mensaje de "si-len-cio!"
Él hace un gesto con todo el cuerpo, a medio camino entre la sorpresa ofendida y la ira: flexiona un poco las rodillas, se señala el pecho con ambas manos, tocándoselas dorso con dorso, sube los hombros... Es la gota que colma los mares: "No te digo, che!? siempre me toman de..."
No pude escucharlo más: huí.
Despavorida. Mi risa de loca rebotó en las paredes, se me antojó que en estilo burbujas amarillas...
Después le mandé a decir que le debía una explicación, que estaba todo bien, que le iba a dar a leer una cosa que vi en internet. (le tiene respeto reverencial y yo soy una bestia pagana)

Entonces, te lo explico:
Se llamaba chivo expiatorio a un chivo, ni más ni menos, que según la tradición judía, había que sacrificar cada año, cargado con collares y tientos que representaban los pecados de cada persona del pueblo. Así, cada uno dejaba entre los cuernos del pobre bicho, un collarcito, una serie de cuentas, una trenza: en ellos el chivo se llevaba sus culpas, para ser borradas.
Lo largaban en el desierto, para que no fuese a volver, donde seguramente moría de hambre y de sed. Expiaba las culpas de todo. Era algo así como el pagomisculpas.com de la antigüedad.

Ya ves que de respiratorio, nada.
O casi nada: las culpas, propias o ajenas, normalmente te quitan el aire, no te lo dan.
Todo el día, casi toda la noche, en los brevísimos tiempos de fluir entre una obligación y la que le sigue, en esas treguas blancas o grises que me dan los viajes en combi, en subte, en colectivo, mi mente bulle de ideas. Burbujean desesperadas, explotan en la superficie como celestes glóbulos preñados de sensateces, o de estupendos delirios.

Plop, plop, plop, se sacuden unas a otras, se empujan, se aferran con sus torpes y pringosas manecitas a la línea de largada. Me dicen: "En cuanto vuelvas al blog, escribe primero sobre mí"

Son vanidosos y pagados de sí mismos mis tópicos bloggeros. Vanas copias de mis recuerdos, hormigueantes sensaciones, maltrechos deja vu que se me escapan como aire de fantasmas tan pronto tengo -como ahora- mis cinco minutos de teclado libre.

Las pongo en fila para fusilarlas, no voy a escribir sobre ninguna de ustedes: Bang! estás muerta, idea sobre la sangre de las moscas. También vos, número 17. Un tiro de gracia que le rasgue el trasero para que muera ignominiosamente, a la idea sobre los dos borrachos de la calle Corrientes.

Listo...oíd el ruido de rotas cadenas... Me vuelve a circular el aire, respiro mejor, hice espacio en el pozo transparente del que brotan las palabras enganchadas unas con otras. Siento el borboteo del agua fresquita que se vierte con delicia en mi mente, haciendo remolinos en la nada...
El veneno se está diluyendo, queda apenas una punzada violeta en los bordes de la herida, aún abierta sobre la mano que más escribe. En un gesto infantil, impensado, un resto de la naturaleza que nos gobierna cuando bajamos la guardia, llevo los labios a la línea carmesí. El sabor se acidula un instante y vira violentamente: "te atrapé" me parece escuchar.

Y de nuevo, de nuevo, de nuevo, de nuevo... otra vez la ponzoña. La ronda infernal de las ideas que quieren ser paridas se pone en marcha como una noria interminable. Mi cabeza me envenena. Me envenena de historias y de voces y de fotos que se mueven.
No me puedo escapar de ellas.
He de escaparme hacia ellas, sin remedio.

"Primero se llevaron a los negros, pero a mi no me importó

porque yo no lo era.

Enseguida se llevaron a los judíos,pero a mí no me importó,

porque yo tampoco lo era.

Después detuvieron a los curas,pero como yo no soy religioso,

tampoco me importó.

Luego apresaron a unos comunistas,pero como yo no soy comunista,

tampoco me importó.

Ahora me llevan a mí

pero ya es tarde.

Bertold Brecht

Y después lean la brillante reflexión de Hernán, en Orsai.

Parece que hay personas que tienen el dudoso talento de protetizar sin querer la mala suerte.
Y sin desear el mal, sino, en general, lo contrario.
Como un sol que brilla tanto, tanto, que atrae hacia sí las plumosas nubecitas de la tarde y remata el día primaveral con una tormenta memorable.
Pongamos, por caso, que alguien alaba mi estilo blogger literario y sugiere, con prudente y cariñosa actitud, que piense en hacer una copia de resguardo. Pongamos que me resisto a la operación del acopio, porque soy dadivosa, porque lo dejo para más adelante, porque me vuelvo un poquitín inmortal , y esos son los instantes en que una siente que nada malo podría pasarle...
¿Y bien? ¿Qué sucede?
Blogger se manda un terremoto digital y mi preciosa reserva de palabras trenzadas con fotos, con espacios, con tiempos... se despedaza como un barquito de cartón pintado.
Pongamos por caso, que el vaticinador se empeña en convencerme de que puedo ponerme a escribir cosas sabrosas, creativas, cosas que no me enchalecan la risa sino que la difunden como un viento de arenas multicolores. Pongamos que le creo. Pongamos que digo la "S" de la palabra "Sí", que me doy permiso, que me siento en mi compu y hago tronar los nudillos y enderezo la espalda porque VOY A ESCRIBIR.
¿Y bien? ¿Qué sucede?
Que las demandas furibundas del trabajo me atornillan por horas a orillas de otras pantallas, que el sueño que no dormí pasa a cobrar su cuota, acariciándome los párpados con sus dedos blancos y empolvados, como dulces garritas de talco... Y las ideas...las ideas que parecían formar fila en mi mente en momentos absolutamente inoportunos (por ejemplo, mientras el jefe me trata de transmitir una idea acerca de la conversión de pesos a euros), esas ideas impúdicas o burbujeantes, melodiosas o desafinadas, ideas embriagadoras, exitosas, dignas de aplausos o de complicidades... Dónde se van? ¿Dónde se han ido, las muy resbalosas?

En alguna parte del Antiguo Testamento, en ese menjunje de libros feroces, un Dios colérico y celoso, ese Dios que incendiaba las zarzas con su relámpago parlante, dice a sus seguidores un anatema espantoso: "Lo que temes, te vendrá"
Algunos estudiosos insisten en ver en esa predicción tan sólo la advertencia de no temer: no temas, porque si temes a algo, eso que temes se producirá. Otra vez la metáfora del sol demasiado potente que se ahoga en las nubes que enamora...
O la voz de la madre preocupada que augura al chico energético y saltarín "Te vas a caer, eh?"
Y el chico, ¿¡qué remedio queda?! se cae nomás, porque la palabra que advierte tiene la misma fuerza que la palabra que predice sin titubeos.
Y bueno: quiero escribir y no tengo tiempo. Quiero escribir y no tengo ideas. Quiero escribir y no tengo lectores...
Cierto es que el universo de los escópicos y paseanderos de blogs es diminuto y mezquino, basta con salir de escena una semanita para caer en las huestes de los desgraciados, desgraciados que han perdido la gracia, el encanto, la frescura vital. Pero también así, de un solo saque, puede volverse armónico y contenedor, como el abrazo que esperábamos sin saberlo.
Si fuese bruja, lanzaría un conjuro. Si fuese ángel o hada, un desparramo de estrellitas blancas, lloviendo su bendición sobre todos los dedos que ahora, en este preciso instante, en algún punto de la tierra, escriben para que otros lean.
Enormes cabezas de roca sólida. Enormes digo, y para tener una idea, pienso en esta habitación en la cual estoy sentada: aquí no cabría. Dos metros de alto, a veces tres, a veces cuatro. Otro tanto de ancho. Cabezas con caras talladas, casi todas con unos curiosos cascos -acaso ceremoniales, acaso indicadores de nobleza, no se ponen de acuerdo los arqueólogos con los perseguidores de ovnis- con gruesos labios y pómulos robustos. Pero cada cara es única: un retrato, un antepasado costoso de la fotografía de recuerdo.
El asunto es cómo llegaron a sus altares esas hipertróficas cabezotas. Algunas fueron halladas a casi 130 km de donde sería posible extraer ese tipo de roca, el basalto. Es evidente que hubo allí una voluntad humana y colectiva de erigir semejantes recordatorios. Transportaron los monumentales bloques a través de cientos y miles de metros de selvas, ríos, terrenos amigables u hostiles, valiéndose de quién sabe qué artilugios técnicos para multiplicar las pocas fuerzas que el bicho humano cuenta en su legado genético.

Los investigadores se arrancan los pelos calculando la enormidad de años que deben haber tardado para terminar cada cabeza. Claro, pero porque lo piensan como hombres modernos, a los que perder el tiempo en una obra de arte les parece un crimen de lesa humanidad.
Se vuelven a arrancar los pelos cuando calculan la fuerza de trabajo necesaria para el traslado, tallado y culminación de esos inexplicables rostros de sonrisas misteriosas y rasgos que se disputan los antropólogos como lobos eruditos.
No se dan cuenta, los señores investigadores, de que hoy como ayer el capital del desposeído es el tiempo. El pobre tiene tiempo: que espere. El esclavo tiene todo el tiempo de su vida para seguir cumpliendo las tareas que se le imponen. Y los grandes pueblos de la antigüedad disponían del tiempo de sus súbditos, vasallos, esclavos o simples convencidos para pasar a la inmortalidad, dejando su huella.

Curiosamente, no me enrosqué en las polémicas sobre la raza de gigantes negros, o asiáticos, o extraterrestres, sobre las especulaciones esotéricas que rodean a este pueblo.
Me puse a comparar mentalmente estas obras titánicas (los ídolos de Pascua, las pirámides, los templos monstruosos, los Budas en la roca viva...) con los torpes y vulgares esfuerzos de hacer "cosas grandes" del hombre siglo XXI. Nuestras construcciones mas inmensas son maravillas de la ingeniería y de las posibilidades técnicas de manipular cantidades megagrandes: toneladas y más toneladas de hierro, de cemento, de fibra, de metal fundido...
Las obras gigantescas del hombre moderno son más bien un muestrario de una feroz competencia que sume a los contrincantes en un aterrador juego de poder: a ver quién hace el edificio más grande, el puente más largo, el hotel más estrambótico. Esfuerzos atroces por figurar en esa vidriera de la estupidez que se llama Guiness.
Si hoy debiera explicarle a un olmeca a qué dios se le rinde pelitesía con semejantes construcciones, me vería obligada a recitar aquello de "Poderoso caballero es don dinero"
Las incomprensibles tallas de basalto de los olmecas, en cambio, me hablan de reyes y señores, de pueblos cohesionados en torno de una visión común, aunque más no fuera la visión de un horizonte donde los jaguares se comportaban como enviados divinos...
Octavio Paz dijo, buscando un significado a la enigmática risa de muchas estatuas olmecas: "El sol lo sabe y calla. Está en el secreto y no lo dice. O lo dice con palabras que no entiendo. He olvidado, si alguna vez lo supe, el lenguaje del sol”.

El pueblo olmeca desapareció mucho antes de la llegada de los europeos, les ahorraron el trabajito del exterminio. Qué lástima para la humanidad no poder tener memoria de las antiguas razas extintas.
Qué gran pena: yo también, al lenguaje del sol, lo he olvidado por completo...





Algunas imágenes (se pueden ampliar)
Otra vez la sigla, esta vez en Octubre. Síndrome de Fatiga Crónico: cada año llegas antes, voy a buscar en google la oficina para hacer la reclamación del caso.
Lleno los formularios, marco con puntitos primorosamente redondeados y pequeños, no es por femineidad exacerbada, no es por emular el puntillismo de Monsieur Monet: es que llenar cada huequito me produce un cóctel de autorreconocimiento y disgusto.
Vamos a ver:
¿Ha sentido dolores recurrentes de garganta?
Sí.
¿Dolores de cabeza diferentes a los normales, o difusos?
Sí. Primera vez en mis 43 añitos que me tomo uno de esos "mata-jaquecas"
¿Se siente agotado después de una jornada normal de trabajo?
¿Normal para quién? para el redactor del test que el sábado está jugando golf y tomando daiquiri? Bueno...sí.
¿Siente un deterioro sustancial de su memoria?
Perdón....qué me estaba diciendo. Jaja. No, eso no (Bingo!)
¿Ha padecido trastornos en el sueño?
A ver, como se lo explico: yo sueño que duermo, y Sigmund Freud dijo que el sueño es una manifestación de los deseos, asi que concluyo que DESEO dormir, pero más que nada deseo des-cansar.
Bueno pero...¿Ha padecido trastornos en el sueño?
¡Qué se yo! Cuando me encuentro con mis sabanitas, nos hacemos amigas en breves minutos y si no suena fuerte la radio no me despierto. Ok: no
¿Manifiesta intolerancia al frío y/o al calor?
Al frío! como siempre! Ahora que estamos en un símil del primer mundo me enfrento al frío del aire acondicionado, después salgo a la calle toda tibia de primavera y estornudo como un esclavo camboyano. No soy yo la intolerante, es el planeta.
¿Ha notado falta o excesivo apetito, hipoglucemia, pérdida de la adaptabilidad ?
Hey, hey, vamos de a una! Apetito: naaa... igual. Siento más bien otros apetitos sin saciar. (pero sí, sí, sí...entendí...no nos desviemos...!) Hipoglucemia: como me dijo un alumno el otro día "me ofendería si supiera lo que quiere decir"
Adaptabilidad: al contrario, me estoy metamorfoseando en camaleón, o en esquizofrénica, según se mire. Soy 200% adaptable últimamente.
¿Las situaciones de sobrecarga emocional lo llevan a períodos de ansiedad o episodios de quiebre emocional cargados de angustia?
A la pelotita... supongo que como a todo ser humano. Si me sobrecargan las emociones claro que me angustio! Mi petit probleme es que la sobrecarga llega cada vez más rápido. Siento un hilo trenzado firmemente entre el pecho y los lagrimales, no sé si será físico, químico o espiritual, pero sé como ejerce torsión cuando se tensa. Le puedo describir los síntomas -si es pertinente-, sé lo que siente el interior de una vela cuando arde su corazón para iluminar en derredor. Lo sé porque he vivido allí.
Ay, caramba...esta paciente delira poesía!! Por favor, es un test serio!! ¡¿La enfermedad persiste desde hace por lo menos 6 meses?!
¿Enfermedad? ¡Yo solo quiero vacaciones! Hace seis meses...déjeme pensar...en abril... No... no me pasaba nada que se me hubiera ocurrido asociar con esta sigla.
Che, lo mío no será simplemente que gano menos de lo que merezco, que trabajo más horas de las debidas, que vivo en una parte del mundo donde el trabajo intelectual vale menos -muchísimo menos- que la exposición de la estupidez frente a las cámaras de televisión?
¿Y no será que este airecito de flores en provocativa eclosión y estas nochecitas de estrellas blancas me empujan a ciertos goces que el invierno aletargaba?
A ver un alma generosa que invite con una velada de relax...
Estos son tres ejemplos de historias que escribí con ángeles.
Hace mucho. Años. Probablemente en la adolescencia o en ese limbo de los veintialgo. Nunca pude reescribirlas, y aunque las ideas me siguen gustando, el estilo literario era francamente malo.
Entonces se las cuento en formato blog, para sacudirles las pelusas, a modo de prueba de fuego, para ver si alguien hace un corto con el guión (algo copado que hicieron con una true story de Hernán Casciari, por ejemplo) o un videito para Youtube o un meme.

Digo, que se yo, insuflarles aire fresco. Como son de ángeles, en una de esas vuelan y todo.
HISTORIA 1 Se llamaba originalmente "Cuento con ángeles" (Arrancamos con la onda evidencia vulgar)
Fue un error, una mala jugada del Señor de Arriba, algo así: se le olvidó guardar sus criaturitas al despuntar el sol y la ciudad amaneció plagada de ángeles. Reacciones diversas: admiración, temor, penitencia, tranquila sorpresa o alegría. Hacia la tarde se avivó el Señor, los mandó llamar a todos, subieron en tropel formando una nube gigantescamente blanca. Al día siguiente todo el mundo se esforzó por olvidar el extraño suceso, y se esforzaron tanto que lo borraron de las noticias, limpiaron las pecas de luz dispersas, se quitó de la memoria colectiva, como una vergüenza. Yo lo supe porque un ángel se sentó al lado mío mientras escribía y me relató todo. Cuando me terminó de contar, se le plegaron las alas, se oscureció su piel y su pelo...se fue caminando, y a metros de mi ventana ya era un pibe como cualquier otro.

HISTORIA 2 Se llamaba ...¡creo! "Reverente Mente"

Esta venía de truculencia y locura. Era una nenita que iba al colegio con su hermano menor de la mano y para llegar, de ida y de vuelta, cruzaban por el cementerio. Lo tomaban como un paseo -exótico, si los hay- y a esta nena le empezó a carcomer la cabeza una imagen de un angel con figura femenina sobre una vieja tumba. Empezó a "ocuparse" de la estatua, un día limpiando el musgo, otro día llevándole flores... De a poco lo transformó en un ritual obsesivo, de manera que terminó desembarazándose del hermanito (al que mandaba a casa por delante) para postrarse ante el ángel de mármol, besarle los pies y hablarle con sometimiento. Así, bastante escalofriante.

Un buen día el intendente municipal decide una reforma del cementerio, así que entran los morochos con picos y palas a dar vuelta el sector "viejo", desmontando de su pedestal enclenque a la angelota en cuestión. Por supuesto la nena entra en pánico, trata de evitar que los obreros toquen "al ángel que le habla" y en el momento en que uno de la cuadrilla intenta acercarse, los labios blancos de la estatua se tornan rojos, se mueven, dicen una frase barroca pero que en pocas letras es algo así como "gracias por defenderme, me liberaste de esta prisión, me vuelvo al cielo". La figura completa se descascara, como un huevo atroz y de exomundo, y del interior sale un ángel idéntico, pero etéreo, que en tres aleteos gana la altura de los primero cirros.
No me acuerdo qué final tenía. ¿La niña enmudecía para siempre? ¿Se levantaba allí un templo?¿Se demonizaba la parcela?
Bueno, el que ventile esta historia, póngase a pensar un buen remate.

HISTORIA 3 Esta se llamó "El Ángel de Belén" (quise ser heavy, calculo, jajaja)

Transcurre en el campo de Don Ángel, un campo asolado por la sequía. Don Ángel anda medio pirado, y todos temen que pierda definitivamente los estribos (además de las cosechas, el respeto del pueblo y la mujer). A propósito de ella: se llama Belén, una vieja medio viborona, que intriga un poco, que prepara menjunjes y coquetea con la fortuna del marido.
Esa noche, se escucha a Don Ángel bramar enloquecido y andar a los saltos entre el polvo. Al otro día, llueve torrencialmente. Se salva todo lo que estaba a punto de perderse; fiesta, regocijo, morfi y vino (que se trata de argentinos, claro está). Pero falta Ángel: Belén les explica a todos que la sequía, la angustia, la sed de los días previos era todo consecuencia de una maldición que pesaba sobre Don Ángel. Si él no se iba para siempre del campo, no hubiese llovido jamás. Nadie objeta la historia, a todos les conviene. Se teje un relato juglaresco en el que Don Ángel ocupa el puesto del maldito por el Altísimo que se sacrifica para mitigar la sequía.
Tiempo después (no sé si dije meses, si dije años, qué mas da) en una ronda de tardecita en el campo aparece un viejo contrahecho, señalando a Belén con un índice acusador "mentirosa, ladrona" solloza el viejo "me diste de beber tus venenos... me hiciste arrastrar por mi propio tobiano... pero ya ves que sobreviví...para que todos sepan la verdad: que yo te anuncié la lluvia y tu avaricia hizo todo lo demás". Todos se avergüenzan, pero Belén intenta desesperadamente sostener su coartada. Perjura "que me muera si he mentido, Ángel".
Y ahí nomás, como fulminada por una descarga celestial, ñacate, cae muerta ante el estupor de todos. Listo, cumplido, Don Ángel se lleva de allí los restos de su humanidad hechos un nudo repugnante.

Ahora cada vez que se produce una sequía prolongada, la gente de la región otea el horizonte y reza casi: "ahí va el Ángel" . Y nada más. Hermetismo. Los jóvenes dicen que ya no saben si se refieren a un anciano llamado Ángel, del que se cuenta una borrosa y contradictoria historia, o a un ser espiritual como Dios manda, implorando la lluvia, un milagro que en esas tierras sólo un ángel podría conseguir.

...Y ahí están contadas, servidas, las tres historias con ángeles, pobres los ángeles urgentes, pobres de los que no creen en ellos, y pobres de los que son ángeles, y no enteran jamás.
Tremendo cartel, pasacalles, firuleteando al viento con un anuncio digno del hombre feliz: COMPRO FRACASOS, dice mi cerebro que se leía en el cartel.
A la pucha! -pensé- entonces existe un tipo suficientemente exitoso como para darse el lujo de andar por la vida comprando fracasos ajenos.

Acto seguido se formó una imagen en mi mente, que relato en primera persona:

-Hola buenas tardes...usted compra fracasos?
- Así es, mi amiga. ¿En qué le puedo servir?
-Bueno, vea, tengo una serie de fracasos sucesivos, a cual más portentoso, que quizás esté interesado en adquirir.
- ¿Son originales? - pregunta el fulano, enarcando la ceja izquierda. (Ah, ladino, ya empezamos con las objeciones para el regateo)
- Mire, originales, lo que se dice originales...no son. Tengo un fracaso matrimonial importante, pero el resultado final yo diría que es aceptable. Un fracaso como tenista y dos como poeta. Y uno como bricoleur, pero con esas cajas del demonio que te venden en el Easy, diría que es casi un empate, más que un fracaso.
- Mmm...me temo que es usted la vendedora estándar...Clásica, típica... si fuese una vieja, estaría vendiendo sus oros en la calle Tucumán... ¿Y qué espera obtener de la venta, vamos a ver? ¿Qué tenía en mente?
- Upa!...Estemm......no lo sé. ¿Algo de dinero...? (Sonrojo evidente. Odio a los capilares sanguíneos y su vasodilatación involuntaria)
- ¡¿ALGO?! de! dinero!...? -exclama, pregunta, carraspea, no sé cómo hizo para conseguir ese tono extraño en tres palabras- ¿Cuatro fracasos por cien pesos dice usted? Un trueque relativamente mundano, si le estoy entendiendo bien? Ni siquiera se le pasó por la cabeza que un sujeto tan poderoso como para comprarle a usted un fracaso podría a cambio proporcionarle...digamos... un éxito? ¿Un éxito diminuto o modesto, cuando menos?
-Caramba, lo siento... no...no lo había pensado...
- ¡¡No lo había pensado!! ¡La respuesta típíca de los perdedores!
Empiezo a retroceder hasta la puerta, con un susto de padre y señor mío, cuando ésta se cierra con estrépito de película de Stephen King. Miro de reojo por detrás del mostrador, porque ahora supongo con horror que estoy en las puertas del Averno, una puerta ha de tener el averno en Monte Grande, y qué puntería la mía, me he metido por ella en busca de un negocio de lo más delirante e imposible. ¿Tendrá cola terminada en punta el supuesto exitoso? ¿Aliento de azufre?
- ¡Por Dios y la Virgen desatanudos! - brama el dueño de casa. Ah, no, entonces no es Lucifer, suspiro, no sé de qué me alivio, pero mi mente aturdida sólo alcanza a discriminar que Satán no invocaría jamás a Dios.
- ¡Y la Virgen de Itatí y las llagas de San Roque! - sigue vociferando.
Ahora sí que estoy fregada: no sólo no era el Malo, sino que parece que es la competencia. Y con éste no hay mucho que negociar, te pesca en cualquier renuncio, te sabe los secretos, estoy perdida.
-Creo que me retiro, le pido disculpas por la confusión... -balbuceo con un hilito de voz tan fino que parece que se va a cortar como una hebra de seda añeja.
-¡Eso! ¡Confusión! ¡Ya es la quinta persona en la misma tarde que entra con ese discursito! ¡Qué país generoso! Pero me hacés el favor querida  y lees BIEN el cartel de la entrada!!
Salgo. Retrocedo. Leo. O intento, porque el furibundo comprador me espeta, sin darme tiempo:
-FRASCOS es lo que compro, muchachita! ¡FRASCOS! Para fracaso ya tengo el de mi propia empresa de perfumes...te queda claro ahora?
Se veía pálido y despeinado, las dos cejas tan altas que parecían perdersele en la frente magra. Me dio pena, a pesar de su arranque de ira injustificada.
-Si hubiera un tipo capaz de comprar fracasos, tenga por seguro que sería un flor de hijo de puta- aseveró, volviendo a tratarme de usted, retornando a su silla, a su mesita berreta, a su miserable búsqueda de envases originales donde capturar el tufillo del éxito que nunca fue.

Dedicado a Juan, que leyó en el cartel lo mismo que yo, y me inspiró esta delirante historia.
Cito la cita de Savater, que me llegó vía el comentario de Leuma:

"Ten confianza en tí mismo. En la inteligencia que te permitirá ser mejor de lo que ya eres y en el instinto de tu amor, que te abrirá a merecer la buena compañía"

Lapidario y sin muchas vueltas, el consejo no sólo me asigna buen puntaje en inteligencia e instinto, sino que me obliga casi, a obtener buenos resultados en consecuencia.

Tener confianza es tener fe. Y la fe es un bálsamo exótico, una cualidad con pocos matices: se tiene, o no se tiene, sin grises. Entonces confiar en uno mismo, en sus instintos o inclinaciones, tendrá también ese talante blanco/negro.
Hasta lo de la inteligencia íbamos bien. Ya lo otro se me hace más espinoso.

Entonces, cuando la compañía que encuentro no es tan merecedora...será que no he seguido el instinto de mi amor? ¿O será que, al seguirlo, encontré justamente la compañía que me merecía, y que finalmente no es "tan buena"?

Me causa espanto esa posibilidad.

Cuando empecé a escarbar en la complejidad de estos asertos, de inmediato recordé la fábula de la rana y el escorpión. Ambos confían, ambos se arriesgan...ambos se ahogan.

Me parece escuchar razonar a la rana,cuando el escorpión le pide transbordo:
"¿Me crees loca o tonta? Te conozco bastante para saber que actuarás de un modo irracional y me envenenarás en cuanto la ocasión te sea propicia."
El escorpión argumenta a su vez: "No me conoces tanto! Confía en mi..! Necesito cruzar el río, y el agua me aterroriza... no te picaré! No soy suicida!"

Bueno, parece que el instinto de amor de la generosa rana le hizo merecer una compañía que aniquiló su propia vida. Aquí es la parte en que todos decimos que el escorpión fue un ingrato y un estúpido, y que la rana se pasó de ingenua. Pero dejamos la cosa ahí (¡total! que se ahogaron los dos!) y es justamente en ese punto donde deberíamos empezar a pensar: será que algunos actuamos siempre -ciegamente, románticamente- como crédulas ranas y otros lo hacen siempre como escorpiones ventajeros? ¿Cuánto de responsabilidad le toca a la rana por haber depositado su confianza en quien no la merecía?¿Cuánto al escorpión por no haber advertido que "su naturaleza" lo haría actuar de manera kamikaze? ¿Se podría pensar otro final para estos inevitables cruces de ríos?

Navegando por la red me encontré una interesante explicación a la conducta de los dos animalejos (está aquí)

También vino a mi mente el recuerdo de ese juego de la infancia que llamábamos "el muñeco de goma". Dejarse empujar, dejarse llevar, dejarse caer, confiar: ese era el truco para la diversión.

Si uno sentía miedo, trastabillaba y pum: se terminaba el juego.

Era lo mismo, ya veo.

Uno aprende todas las grandes lecciones en la infancia, pero solo puede entenderlas con el paso de los años.
Ética, didáctica, política... me han contado que todas las palabras terminadas en "ica" llevan en su sentido original la idea de una acción. Se manifiestan mediante la acción.
No discurso, no palabrita florida, no reflexión culturosa: acción.

Inspirada por la enseñante y amorosa lectura del libro Etica para Amador, que le compré de regalo a Chechu (porque insiste, y se va afirmando en ello, que va a estudiar filosofía) me senté por fin frente a mi propia PC conectada a la Red a ponerle palabras a esta idea.

Mis hijos son como los hijos de toda madre: preciosos y llenos de talentos, vivos, divertidos, casi perfectos. No es que lo diga yo, que soy la madre que los parió, no no no, qué va: lo dice cuanto ser humano los conoce. Y si no lo dice, entonces es que lo piensa. Da lo mismo. Jajajaja...

En resumen, y tratando de ser un poquitín mas neutral, debo decir que mi vida se ha vuelto totalmente plena de sentido desde que tengo comprensión de que mis dos hijos son dos personas complejas, alegres y libres.
Tengo fresco el recuerdo de pensar con cierta ambigüedad acerca de mi capacidad de madre. No soy buena ama de casa, si me lo preguntan. No me destaco por hacer tortas, ni berenjenas en escabeche, ni por zurcir la ropa, ni por pulir los vidrios. Me gusta el orden más bien ascético y la decoración reducida al mínimo.
No obstante, con mi mochila de desaciertos pesando al hombro, me reconozco feliz con mi tarea como mamá. Pato y Chechu son criaturas capaces de comprenderme y hacerme reír. Se adaptan a mis magras vacaciones y disfrutan a más no poder. Se las arreglan para soportar mis largas jornadas de trabajo, y me hacen gratos los momentos en que estamos juntos. Confían en mí, y yo en ellos, cada uno en la medida de sus secretos y libertades.
Mi jactancia no es la de los intelectuales, porque no es la duda, sino la dulzura de la certeza.
Se ve que tuve la buena fortuna de transmitirles algunas ideas que me parecen fundantes.
Se ve que ambos han tenido la capacidad de asimilar esas ideas, pero encajándolas en sus esquemas. Eso me encanta de mis hijos: siento que cada uno elige, dentro de la idea de "obrar bien" el estilo que más le cuadra.
Por ejemplo, Chechu es una típica adolescente carcajeante un...digamos... 90% de su tiempo.
Pero aún en la risa burlona ella dice siempre lo que piensa, aunque vaya en contra de lo que yo le aseguro que creo: a ella le cae bien la gente extraña y se ha vuelto completamente atea, así que chicanea a la profesora de catequesis y pone a prueba a la de filosofía, casi como un deporte.
Pato me da la razón en eso de que hay que leer más y que debería mejorar la letra, me da la razón cabeceando tranquilamente mientras hace la tarea sobre la cama (y la letra sale ahora calamitosa que es un espanto) y tiene encendida la tele y el MP4. Y claro, pero cuando le pregunto tiene todo más o menos claro y el boletín es un campo de ochos, y nueves, y dieces.
Cuando se ponen de acuerdo, así sea en la repetición de una frase de un cómic, pueden sostener el estado de cuasi estornudo durante toda la cena y el postre, y paran de tentarse cuando finalmente se duermen.
Se dicen mutuamente "tarado" y "deforme" pero se dan un beso antes de irse a dormir y cuando se reencuentran al volver del colegio.

A mí me da placer contarles casos y cuentos, escuchan con interés o con deseos de burlarse, pero escuchan y opinan y lo mastican. Lo sé porque a veces, meses o incluso años después, lo sacan a relucir en sus propios relatos, o me lo recuerdan en situaciones inoportunas (lo que se llama usar las palabras como un arma de doble filo).
Bonitas las reflexiones de don Savater para su hijo adolescente, super didáctico, super sencillo, explicándole que uno no es libre de elegir lo que le pasa, pero sí es libre para responder a lo que le pasa. Y que elegir lo más conveniente, lo que más nos acerca al bien, es un síntoma preclaro de cordura, de moral, de una ética bien entendida. Yo creo que nunca lo había desmenuzado tanto así, pero por cierto me veo reflejada en ese cristal.
Si hoy tuviera que escribir un consejo para mis hijos, replicaría para ellos la única consigna de la Orden fundada por el gigante Gargantúa "HAZ LO QUE QUIERAS"
Concedo: se equivocarían un poco, aunque de buena fe. Pero acertarían bastante. Fabricarían momentos felices y sabrían encontrar risas en las simples cosas. Tratarían de no ser jodidos, ni crueles, ni egoístas. Esa es la ética que deseo para Chechu y Pato.
Res, non verba, mis adorados pichones.
Y a la cama, joder, que se hizo tardísimo.
Durante 22 largos, muy largos, larguísimos días vengo arrastrando mi ira por la falta de teléfono y de internet. Me han atendido una infinidad de operadores, sin apellido todos ellos claro está, sin número de legajo, sin rostro, sólo voces en la caverna de la resignación repitiendo como unos posesos: "su pedido será resuelto en los plazos establecidossss"
Rabia, frustración, luego desazón o angustia por los plazos que se vencían, por los trabajos pendientes (uno recién se da cuenta de cuán profundo cala Internet en nuestra vida en estos miserables días de espera-desespera) por los breves instantes de recreo mental que uno se permite desde la soledad de su casa rozando la medianoche...
Hoy me avisaron que todo se debía a un simple, llano, común, vulgar, berreta...cable cortado.
Que todo estaba bien, que esta noche cuando llegue a casa tendré teléfono contante y sonante, Internet funcionando, y motivo para alegrarme.

Bueno, vamos a ver.
Por las dudas posteo desde otra PC. Por las dudas cruzo los dedos y no canto victoria.
Y aviso, para que sepan.
El que avisa no es traidor.
Qué triste es la mirada turbia del que sabe que se portó mal con uno. Que sabe, y no le alcanza el largo del vestido para cubrir su trasero sucio.
Portarse mal con los colegas es como taparse a sabiendas las vergüenzas con una frazada demasiado corta: te tapa de un lado, te desnuda del otro.
Buscar culpas o consecuentes es una labor completamente estéril: no te devuelve la inocencia, y no te sirve para la próxima agachada de los que prefieren vender su dignidad por una sonrisita de complacencia.
Me parece que tengo un deja vu con este tema... que ya los caractericé como "los delimitadores de las primaveras". Que en ese momento en los comments, mi hermana pensó -erradamente en ese entonces- que mi descripción se ajustaba a esos personajes que eternamente siguen a flote en dependencias oficiales. Se ve que la definición de estos oportunistas, travestidos de camaradas le caía como pintada a más de uno (o de una...jejeje)
Silvio siempre me da letra, así que sigo citándolo impunemente. Esta vez en su canción "Alabanzas" cuando dice:


Quien ayer me daba un beso
ahora me trata de usted.
Yo no quiero aprender eso,
yo no quiero aprender eso
ni al derecho ni al revés.


Y sí, como dije al inicio del post: esto es triste, muy triste. Más deprimente que enojoso... una situación que causa ese sentimiento gris: tristeza.

Pero como me queda la dignidad de elegir, elijo no aprender a actuar así. Para los que llenan sus arcas con palmaditas en el hombro a cambio de relamidas obsecuentes, mi postura será ridícula y les servirá para explicarse mi bajo nivel de ganancias en los negocios.
Bah...qué me importa el juicio del necio,"que confunde valor y precio."
Increíble que hace ya NUEVE años que estamos compartiendo tiempo con este amigo.
Google cómo te quiero. Jejeje

Sinsabores

8:19 p. m. | 2 Comments

Un sueño…un sueño como no he tenido antes. Asalto todas las reglas de la decencia psiquiátrica, sueño con colores vívidos y hasta con perfumes, en sueños me recorren cosquilleos, y hay calores o fríos que se apoderan de mi cuerpo dormido.
Mi fábrica de sueños subversiva se sigue desmadrando en forma impropia.

La punta de mi lengua toca la comisura tersa de sus labios.
Siento un sabor fresco y profundo, que se desliza mansa, mansamente. El sabor de los besos que no me dará. Son besos como ríos… sí, como ríos…
Luego, diáfana y veloz, en un único rayo de suplicio y deleite, una sucesión vertiginosa: aquel último sorbo a su café, el no-gusto del hielo triturado, el dulzor egoísta del chocolate, el bouquet de los vinos que nunca probaré, el ardor del picante que no ha de sazonar cierta cena, la pitada generosa y plena al mate amargo, el último redondel de la pastilla que hay que morder, así lo exige la tradición de la menta blanca.

Abro los ojos, me siento, trago en seco. “Era un sueño” me convenzo.
Mientras desayunamos, mi hija pregunta “Mamá, tanta miel le ponés al té?”
“Es que no le siento el gusto” Trago en seco de nuevo: sí, fue un sueño pero me ha dejado sin sabores. Y sinsabores. Vierto más miel, una tosecita rasguña mi voz.
“Mamá, ¿qué te pasa? ¿Estás llorando?”
“Me duele un poco la garganta, no es nada”


Anoto mentalmente los sabores del sueño, se me pierden algunos, carraspeo y sigo tomando de mi taza, de a sorbitos, hasta que pasa el nudo, -salado, agua de mar- y el día empieza a organizarse en una lúcida sensatez que me asegura que todo está muy bien, que son las 7 y 5, que los ángeles son alucinaciones, que los besos no son como los ríos.
Dicen: el fuego purifica, el fuego limpia, el fuego todo lo esteriliza.
Pero aquí no, nada de eso... este fue un fuego impúdico y degenerado, un fuego apestoso y ladino que se cargó sobre todo recuerdos: fotos, baberos, juguetes, primeros dibujos, primeros zapatitos.
Un incendio, hecho y derecho.

Ya no importa cómo empezó ni por qué, pero indudablemente pega un hachazo en la vida de todos los que rodeamos -emocionalmente, se entiende- a esa casita en la zona de chacras.
Ahora que lo escribo siento y me temo que sí, que importa, ay, importa y exporta, lleva carga, dobla la espalda...

Fuego en el cielo: se quemó la casa de mi hermana.
Se quemaron un montón de cosas, se chamuscaron otro montón, se tiznaron los sueños y los peluches, se ennegrecieron las sábanas, las ventanas reventaron como rosas de vidrio, primavera-dolor, lágrimas hirviendo...
Fuego invasor hediendo a rabia, fuego que derritió cosas queridas y devoró los pedacitos de esos breves elementos que nos construyen: una cinta trenzada, un llavero que trajimos de algún sitio, los imanes sobre la heladera, el fondo de pantalla de la compu -derretida como una monstruosa manteca gris perla-, las ecografías de los bebés que ya no son bebés, los regalitos artesanales del día de la madre, las marcas en la madera de la puerta, que iban contando su historia del crecimiento en lenguaje de puras rayitas...

Dice que las paredes calcinadas rezumaban un humo lento, como aliento de un moribundo...
Que los bomberos aplastaron el calor y lo trocaron en una mojadura entremezclada, un tiro de remate al desastre, que provocó aun más tristeza, más desolación.
No se pueden agregar muchas palabras, Benedetti opinaría que "es arduo decir algo que realmente no sobre".
A la noche del día siguiente, mientras intentábamos resoplar y hablar de otras cosas, patear aunque sea para mañana la resolución de los muchos interrogantes que se encendieron con el incendio, le dí a Cielo su cangurito de peluche, un poco más tostado de lo debido, pero limpito y fresco después del paseo por mi lavarropas. La ví abrazarlo con una sonrisita aliviada, acunarlo amorosamente, mostrárselo a mamá con inocultable orgullo. No todo se quemó, pensé.
Habrá que hacer de tripas corazón, aprender más, tomar la feroz lección, recomenzar, pelear.
Cielo, después del Fuego.
Qué poco sutil te salió la metáfora, Señor de Arriba.


Llegó la Prrrrrrrrrrrrrimavera again!
Qué callada quietud...qué sublime emociónnnn!!
(la primavera me calienta la sangre...pero me pone cursi...jajajaja!!)


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