• Dimas se limpia en la manga. Todo: mocos, comida, sudor, todo.
  • Abu se concentra en mirarte un granito, un pelo encarnado, una ampollita en vez de prestar atención a lo que le estás contando.
    Además, te roba el pan si se sienta al lado tuyo en la mesa.
  • Ester me cambia las cosas de lugar en la alacena, no importa cuanto insista yo en volver a mi viejo esquema.
  • Chechu pierde mis pincitas de depilar y nunca recoge los papeles de sus golosinas.
  • Mili se afila las uñas en mi silla de la computadora (bueno...ese defecto SÏ podría llevarla al infierno uno de estos días)

    Defectos (sombras) de esos que no te condenan sí me reconozco un montón: Yo...

    mapa de infonacionMe muerdo las pielcitas de los dedos, poniendo incómodos a todos.
    Me siento en lugares inadecuados poniendo la pierna derecha doblada debajo de la cola (por ejemplo, detrás de mi escritorio de directora, o en un precioso restaurant de Puerto Madero)
    No compro pan. Nunca llevo registro de cuánto gasto por mes. (ni por semana, ni por día...)
    Aconsejo a todos que hagan copias de sus archivos, pero no tengo hechas las mías.
    Soy bocona con los sentimientos, los largo así como me salen, a sabiendas de que a veces ese fuego espanta y causa deserciones.
    Tengo demasiados adornos de iguanas.
    Lloro con facilidad.
    Hablo demasiado.
    Duermo muy, muy poco (y luego me quejo)
  • Pato acaricia a cualquier perro sin temor, sin prevención y sin diques sobre raza, higiene ni moda. Jamás lo han mordido.
  • Chechu se divierte en el colegio y cuenta cosas nimias como escenas capaces de hacerte estallar en carcajadas.
  • Mi vieja hace las tartas y el lemmon pie como nadie en el universo. Son como los granaderos de San Martín: quien los iguale habrá, quien los supere, no.
  • Isa observa durante mucho rato y después, en un golpe seco y limpio, sentencia "la verdad de la milanesa". Y se hace cargo, y si te hace falta, te lo explica.
  • Nico se puede llevar bien con cualquier persona que se le ponga delante.
  • Moira te pone un apodo y te pinta de cuerpo entero. Y andá a librarte de él, después.
  • Marcela siempre pregunta lo que tenés ganas de contarle. Tiene el don de pronunciar a veces la misma palabra o frase que vos estabas a punto de decir. Es alquimista, sin dudas.
  • Dianita convence al Papa de que Dios no existe. Y además lo convence de que fue él el de la idea.
  • Juan da sus mejores clases, las más inspiradas, las más brillantes, en los momentos en que su corazón está mas destrozado y más azul de pena. Tiene esa virtud y él cree que es un defecto. Lo que pasa es que a Juan no le interesa ganarse el cielo.
Yo no sé cual será mi virtud exótica... Me gustaría que alguien me la diga. Virtudes humanas, terrenalmente humanas, atadas al tiempo y la circunstancia. Cuál será mi breve virtud...?
¿Por qué la gente que baja delante mío en el colectivo permanece sujeta de los pasamanos hasta que pone el pie en la vereda, y yo tengo que chocarme con su brazo porque parece que se lo dejó olvidado al descender?
¿Por qué me toca en la escalera de salida del subte SIEMPRE detrás del primero que se empeña en quedarse quieto sobre el carril izquierdo (que es para los que subimos mientras la escalera también sube)?
¿Por qué me detengo a observar este tipo de nimiedades cuando estoy más apurada que nunca?
Algunas flores operan modestos milagros.



"Desnuda y con sombrilla", dice Silvio. Déjenla sonar...
¿Y por qué no perro encerrado? ¿Canario encerrado? ¿Cucaracha encerrada?
¿Por qué esa insistencia con atribuirles a los gatos ese caracter un tanto maldito? Sólo porque se comportan como lo que son : animales?
No son juguetes de nuestras emociones, no nos deben pleitesía ni servilidad.
Ya en una novela viejita para la Ciencia Ficción, Phillip Dick proponía que en un futuro de naturaleza devastada, la posesión de un animal doméstico sería considerado una costumbre suntuosa y marcaría verdaderas jerarquías.
Especialmente en la novela que luego inspiraría la célebre Blade Runner, Dick muestra descarnadamente la crueldad de un Creador que empuja deliberamente a sus criaturas a tener apetitos y deseos imposibles de satisfacer.

Por otra parte, en el libro que estoy terminándome con voracidad, Houellebecq habla de la influencia sedante y benéfica de tener los humanos un animal a quien cuidar. O más bien un perro, sí, no habla de una mascota cualquiera. No dice "Un lindo y audaz gatito", dice más bien "Un perrito que menee la cola y olvide si su dueño lo pateó esta mañana"
Eso es, en esencia, un perrito doméstico. Ha renunciado a casi todas sus características de animal, es casi un niño...
No entraré en la polémica perros vs gatos, porque es un sinfín, es como discutir sobre religión o sobre política en Argentina...

Pero...vuelvo al inicio...de dónde creen que viene la expresión "gato encerrado"?
Busqué por ahí y encontré que dice:
Era habitual durante el Siglo de Oro español la utilización de bolsas para guardar el dinero hechas con piel de gato y se les llegó a llamar popularmente con tal nombre. Siendo "gatos" que encerraban riquezas desconocidas.

Y otra vez el gato!!! Por qué no hacían bolsas de conejo, de tapir, de cabra, de asno? ¡NO! Piel de gato tenía que ser!!!
Mmmm....yo creo que esto se debe a una enorme confabulación en contra de los michis. Me huele que hay gato encerrado.


Con suerte despareja, pero con terquedad y estoicismo, sigo posteando aquí pedacitos de mi espíritu. Algunas veces es complejo, porque me veo a mí misma repitiendo consejos -que no tomo-, ideas que me persiguen -sin alcanzarme- y palabras ...algunas misteriosas como talismanes, otras profundas como océanos, algunas livianas y delgadas como aleteos de libélulas...

Y , asimismo, algunas veces me tropiezo de nuevo con gente que dice las cosas de un modo que realmente se entienden y realmente causan ese impacto en quien las escucha o lee.

Por eso, y porque estuve pensando muchísimo en cómo es ese arte de encontrarse con los otros que construyen nuestro tiempo vivido, replico aquí algunos fragmentos de Cabral (no el soldado heroico, sino el cantautor... )

Es un texto que se llama "La vida es el arte del encuentro"



Sé que la palabra no es el hecho, pero sí sé que un día mi padre bajó de la montaña y dijo unas palabras al oído de mi madre, y la incendió de tal manera que hasta aquí he llegado yo, continuando el poema que mi padre comenzó con algunas palabras.

Nacemos para encontrarnos (la vida es el arte del encuentro), encontrarnos para confirmar que la humanidad es una sola familia y que habitamos un país llamado Tierra. Somos hijos del amor, por lo tanto nacemos para la felicidad (fuera de la felicidad son todos pretextos), y debemos ser felices también por nuestros hijos, porque no hay nada mejor que recordar padres felices.

[....]
De mi madre también aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo, ahora mismo, le puedes decir basta a la mujer (ó al hombre) que ya no amas, al trabajo que odias, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida, ahora mismo le puedes decir basta al miedo que heredaste, porque la vida es aquí y ahora mismo.[....]
Si quieres recuperar la salud abandona la crítica, el resentimiento y la culpa, responsables de nuestras enfermedades. Perdona a todos y perdónate, no hay liberación más grande que el perdón, no hay nada como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza y por lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica que te hace juez (agotadora y vana tarea) y cómplice de lo que te disgusta. Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella. El bien y el mal viven dentro de ti, alimenta más al bien para que sea el vencedor cada vez que tengan que enfrentarse.

[....]
El día que Cris, una maestra y compañera y por supuesto...una amiga! cumplió sus (ta y tantos) años yo le regalé este texto, porque algo hizo que nos encontrasemos en esta vida ella y yo, quizás solo para que algunas veces, en algunos momentos muy terribles de mi vida, ella pusiera su mano en mi hombro y canturreara "a brillar, mi amor"... Creo que nunca supo cuánto me ayudaba ese gesto...a seguir, a pelearla, a no aflojar...

Pienso que quizás a otras personas, no sé cuantas, no sé si apenas 4 o 5 más, les pueden "llegar" las frases y gestos que yo trato de tener con ellos.

Este es uno de ellos.


Sé que la palabra no es el hecho... es un puente para el encuentro.
Aquí está mi puente, débil o robustísimo, según soplen los vientos.
No tiene puertas.
Adelante.
Me regalaron una copia del último disco doble de Silvio, "Erase que se era".
Y entonces, con un raro egoísmo, con una inusual fruición por la soledad, esperé a que todo estuviese en calma y silencio.
Lo escuché en volumen bajísimo, un volumen casi íntimo, una vibración casi impúdica de tan cercana.
Les busqué explicaciones, las saboreé como a un bombón robado...me dejé encantar por las melodías de un tema y de otro, y de otro, y de otro más...
Maldición (va a ser un día hermoso) me vuelven a gustar las mismas expresiones hechiceras, las que pintan con acuarelas mentales las escenas en el fondo de mis ojos... por ejemplo:

No te muevas.
Quiero conservar este instante así,
tú junto a la ventana como a contraluz,
yo echado en el lecho, queriendo mirar
los ojos profundos del sol
detrás de tu cuerpo feliz
desnudo, desnudo, y ya es
el día en que voy a partir.

La sensación del calor perdido irremediablemente cuando remata con un "Lo tengo guardado en los ojos, y sé que un beso muy frío será, el beso que no me darás". Qué heladura de ausencia, el beso que no me darás... brrr... Está a la altura de los astros azules que tiritan a lo lejos en el poema 20 de Neruda.

Lo sorprendente del disco es que son todas canciones viejísimas, algunas remozadas, otras no tanto, pero todas con ese inexplicable matiz de "recién horneadas".
Podría ser Silvio delgadísimo y veinteañero, o Silvio con sus lentes de ahora, con su sereno aspecto de trovador maduro, el que dice de sí mismo "un hombre se sube sobre sus derrotas, pide la palabra momentos antes de volverse loco. No es un hombre, es un malabarista de una generación."

Qué valentía pararse sobre las propias derrotas, qué osado el tipo que pide la palabra...en un mundo donde nadie pide, donde todos toman y rapiñan. Qué insistente locura lo impulsa, a éste que quiere hablar de poetas y de amores cobardes o no, y de fusiles y de necedades, y de estrellas peregrinas y de mujeres de fuego, mujeres de nieve...

Gracias, hermano, por el regalo.
Te perdono las risotadas de la moderada y alegre borrachera, te perdono las ironías sobre mis dotes culinarias, te perdono el acicate a la acidez delirante de mi hija...te lo perdono todo, por amor a Silvio.
;-)
Buenos son los colibríes. Y, sí...es un poco kitsch el estilo.
Digamos...no es arte. Es instalación.


A B U R R O

11:33 a. m. | 6 Comments

Debe ser que ya aburre mi onda intimista.

Qué triste.

Aburro.
Hay gente por ahí que dice que repetir una palabra, una frase, una "afirmación" produce su efecto concreto y palpable.
Que lo que uno piensa y medita, se manifiesta.
Que "de lo que abunda en el corazón hablan los labios".

Yo siento mucho respeto por las palabras. No me tomo a la ligera ni los cumplidos, ni las adulaciones, ni los reproches. Me gustó, hace relativamente poco tiempo, descubrir una técnica de meditación que consiste en elegir una palabra que represente algo que debés "trabajar" en tu presente y escribirla en un lugar visible. Un lugar que mires, digamos, al despertar.

Mi jardín zen liliputiense...es allí donde escribo con una agujita, semana tras semana, mi "palabra para pensar".


Pero qué pasa: alguien descubre mi truco. Juega con mi truco, y de paso me pone a prueba (supongo) añadiendo al costado de MI palabra, una segunda que tenga relación con ella. Pero claro, el sentido se subvierte totalmente, el efecto de esta segunda palabra es quitarle protocolo a la primera...robar una sonrisa, tal vez.

Ese mismo gesto (pescar un momento de descuido, buscar una herramienta adecuada, dejar una marca identificable) me recuerda a mí misma, hace muchos -demasiados!- años atrás.

Yo solía pensar en la posibilidad de tener que abandonar la casa en la que vivía. Se me antojaban esas fantasías trágicas y sin fundamento. Que alguien vendría a ocupar mis espacios, a tirarse cara al techo en el pasillo, a acurrucarse en la misma esquinita de mis lágrimas.
Entonces, con lo que hubiera a mano (un lápiz, un clavo, una birome...) escribía una palabra. Mi nombre, a veces. Una palabra que me recordara ese momento, como por ejemplo "lluvia" o "visitas". La escribía muy, muy pequeña. Si me veían, se venía el reto.
Pero yo pensaba: la nena que venga a esta casa, se va a fijar en estos recónditos lugares.Va a encontrar estas señales, va a pensar en otra nena que se llamaba Vera, que sembraba palabras como quien siembra dátiles en el desierto.
Palabras para que piensen en mí.


About