Be simple

8:08 p. m. | 5 Comments

Los miro con admiración casi siempre. Me siguen sorprendiendo. Me sorprende incluso la ampliación de mi margen de aprender de ellos realmente.

Los pibes, los pendex, los adolescentes, los chicos. No los más pequeños, que a esos les basta el candor y la pureza de sus ojos que todo lo bautizan.
Digo: los que casi todos temen y veneran, los que se vuelven insoportables y se encierran en su mundo de palabras truncadas y de sinsentidos. Tienen 14, 15, 17. Algunos, unos pocos, tienen un poco más.
Se burlan y se vuelven crueles en un minuto, y al siguiente se muestran compasivos, maduros, confiables. Y dales un minuto más para escucharlos retornar a la complicidad gastada de la burla, la ironía gruesa, la palabrota. Son egocéntricos y no les importa, les ha calado mucho menos la culpa que a nosotros, sus padres, que probablemente crecimos bajo la sombra de que ser joven era casi delito, y había que disimular, crecer pronto, comportarse...

La mayoría de los adolescentes que trato sabe por lo menos dos o tres poses para sacarse una foto sin ayuda externa. Se codean con la tecnología sin hacerse demasiados dramas, y no es que saben mucho, ni que saben más (en general, por el contrario, saben menos) pero tienen una actitud preciosa que he visto brillar en sus ojos cuando se apiñan de a tres, de a cuatro, frente a una pantalla, a un equipito de botones microscópicos o un surtido de cables y pitutos de los que, momentos después, brota la música como si hubiera nacido allí mismo, esa mañana.

De eso quería hablar hoy.
De esa premisa que los guía sin que lo noten:

Se toman la vida SIMPLE.
Si tienen ganas de reirse, se ríen.
Si se sienten desdichados, lloran.
Si el corazón les revienta de amor, se dicen "te amo" (y el te amo vale para cualquier sexo, para mascotas, para toda clase de seres vivientes)
Si están enojados, putean y fabrican efímeros proyectos de venganza.
Si no saben algo, dicen "uy, no sé"
Si el del al lado lo sabe, es bastante probable que diga "vení, te enseño como es"
Si tienen hambre, te saquean la heladera, como si no hubiera un mañana.
Si sufren por un desengaño o una escoriación en la autoestima, moquean como marranos y se saltean las comidas sin detenerse a pestañear.

Ellos son complejos y fascinantes, tan pronto se internan en mundos interiores inaccesibles. como se vuelven lisos y brillantes, límpidos, transparentes, ves a través de sus sentimientos como en un cielo de primavera. Esta dualidad desconcierta. Causa atracción, y causa estragos: es como estar tomando sol apaciblemente y que de improviso caiga sobre tu cabeza no una llovizna ni una lluvia, sino una catarata helada, que te deja fuera de combate.
Entonces lo más fácil que puede hacer un adulto, lo más aceptable y entendible, es menear la cabeza y apelar a algún cliché, a alguna frase hecha sobre la juventud y demás malsanas actividades. Quién no ha escapado de la furiosa magia de su influjo con esas viles artimañas. Confieso que hay momentos en que me hacen pensar que Herodes no estaba tan loco como lo han pintado. Jaja...
No obstante...tantas veces, infatigablemente, me sorprendo a mí misma tomando esas cápsulas de áspera sabiduría que siento emanar de estos cachorros que vienen tras nuestros pasos, tantas veces que, en fin, me detengo a intentar atraparlas en palabras. Sé que ellos lo dirían mas breve, con menos letras, seguramente, con más gestos, más dibujitos, más abrazos y besos, más de esos empujones que de lejos parecen manotazos de borrachos -pero son la forma en que sus brazos, aún torpes, circulan la energía en mágicas calesitas de aire-.
Me gana la veta curioseadora, y los pongo a prueba, los contrasto secretamente con algunos adultos a los que -también, a mi modo- admiro. Nadie sospecha los resultados de mis ultraclasificadas investigaciones.¡Y a nadie le importarían!
Por ejemplo, les hago a los adultos una pregunta rara, exótica, que suena a cita de un libro, supongamos, y enseguida repreguntan "¿pero qué me estás queriendo decir con eso?" o "¿para qué querés saber tal cosa?"
Los chicos sencillamente, la responden.

  • Pregunta: "Sueñan los androides con ovejas eléctricas?"
  • Adulto: "¿Eh? ¿Y eso? ¿Qué es, una adivinanza? ¿Quién lo dijo?"
  • Adolescente: "No, no sueñan. Las cuentan para dormirse"
  • Pregunta: "¿Cómo se dice "simple" en inglés?"
  • Adulto: ¿Pero en qué contexto querés decir "simple"? ¿Simple o sencillo? ¿Que buscás: un sinónimo?
  • Adolescente: "Igual"

Igual. ¿Entendiste? Sé simple. Be simple.
A gozar, divino tesoro.
Yo digo que no hay quien crezca
más allá de lo que vale
y el tonto que no lo sabe
es el que en zancos se arresta;
y digo que el que se presta
para peón del veneno
es doble tonto y no quiero
ser bailarín de su fiesta.


Ok: Puedo ser tonta, la más tonta, sublimemente tonta, o ingenua, o crédula. Suelo serlo con las gentes equivocadas y en las circunstancias que menos me convienen.
Ah... pero... qué agrio el sabor de sentirse cómplice de una maldad, qué ingrato el lugar en el podio de los peones del veneno...
Porque una cosa es mentir con conocimiento -y la mentira puede ser mediana, o diminuta o gigantesca, puede ser blanca o piadosa, puede ser la mentira que más quieras- y otra es venir a enterarse que estás en la lista de los que forman la red de un engaño urdido con alevosía. Que estás en la lista sin haberlo pedido. Que estás en la lista porque has "colaborado" haciendo oportuno silencio.
Bueno, resulta que sin ánimo de postularme al Oscar de la Moral y las Buenas Costumbres (se ha declarado desierto, los últimos... 50 años) y sin ser un dechado de valentía, hoy, recién, hace un poco, me terminé de decidir y elegí una hebra del enmarañado ovillo para empezar a desandar. Y ha de ser poderosa, y bien compenetrada, y bien elegida, porque tiro de esa hebra tan fina y todo el bollo de la mentira empieza a apretujarse y a dar toses de ahogo.
El filamento que me sujeta y me nombra: la Verdad.
Que no hace falta pintarse un cartel en la espalda, ni publicarlo en Clarín página central. Ni andar a los gritos, despanzurrando con impudicia lo que sabemos de otros, de otras. Es sólo escoger de qué lado se quiere estar parada.
Así es que decidí que del lado de la verdad. Si hay un engaño, que se sepa que no comulgo con eso, que no voy a hacer como que no lo veo, no lo escucho, no me entero. Leí que "callar en el dolor es heroísmo", bien, pero callarse delante del altar de la mentira, especialmente si puede salir lesionada la inocencia, es una buena descripción de la cobardía.
Lo dicho: puedo ser tonta, pero no puedo hacerme la tonta.
Mucho menos, doble tonta. Paso: sólo bailo en las fiestas donde me siento a gusto con el anfitrión.

El de Arriba

2:41 p. m. | 6 Comments


Salió el sol y avisó, entrando por las rendijas blancas de la habitación: "Arriba, que se ve el mar"
Mi hijo saltó de la cama, levantó la persiana y repitió "¡Se ve el mar!"
El mar también decía "VeraMarina... hola..."
(no, en serio, no denuncien todavía a las autoridades sanitarias...jajaja)
Y ahí nos vimos. La arena, helada. El agua, mansa y bella. Los caracoles, descansando del turismo depredador, festoneando la orilla..
Gracias Señor de Arriba, fue un día estupendo. Le debo una.


Sí, escribo mejor las penas que las alegrías.
Sí, me inspiro más con los dolores de vivir que con las risas.

Y no es que no me guste reir! No es que me desagrade el optimismo, que rechace los buenos tragos, que elija el rincón oscuro.
Me pasa que cuando algo me duele, escribirlo suele servirme de terapia: lo escribo y lo saco un poco de mí, lo escribo y desagoto un poco de tristeza.
En cambio cuando algo me llena de soles...en general me dedico a gozarlo. Me lo bebo a grandes sorbos, haciendo burbujas maleducadas, convido, empapo el timbre de mi voz de bondad, disfruto.

Y también -esto era casi un secreto- hay un detalle que no se me escapa: normalmente tengo la sensación de que las experiencias alegres, escritas, resultan claramente cursis. Beto dice que no.
Pero Beto me juzga amistosamente. No es un buen testigo, no es imparcial.

Tangentes

10:47 p. m. | 6 Comments

Algunas personas pasan por tu vida como una aparición: llegan, están a tu lado, tocan tu presente, te dejan algo...luego...sencillamente se esfuman.
Si de algunas de esas gentes no tuviese un recuerdo compartido con otros, pensaría que los aluciné.
Nunca es predecible cuando o con quién podría pasar. Lo único que pude aprender en todo este tiempo es que esas presencias hacen su incursión tangencial porque así debe ser. Cumplen su parte, y con la simpleza de las cosas evidentes, se van.
Y lo aprendí con fiereza. Lo aprendí porque me tocó la misión de pasar por una vida como un cometa que se acerca, chispea, ilumina, genera movidas...y sabe que su elíptica carrera debe seguir en forma inexorable. Y que el período de giro hará que esas dos vidas que se rozaron, no vuelvan a hacerlo jamás.
Por ejemplo: no consigo recordar el rostro de la pareja de ancianos que retuvieron de la mano a mi hijo cuando, a los 5 años se perdió en la playa en pleno enero. Recuerdo que me sentí llena de gratitud hacia los dos, que la voz me traicionaba y apenas les habré dicho "muchas gracias" pero que pensé, por Dios, fueron ellos y no un desalmado quien detectó que Patito estaba perdido (él no pedía ayuda ni lloraba....hubiera sido presa de cualquier calamidad...)
Esa pareja, desinteresadamente, pacientemente, se portaron como unos abuelos recién adquiridos y para mí, fue un milagro. No los ví de nuevo. Si los viera...acaso los reconocería? Tal vez sí lo haga mi espíritu, que por esos quince minutos horrendos se me había soltado del cuerpo como un barrilete desesperado...

"Pan" es otra presencia que marcó mi vida. Fue el receptor atento y cariñoso de mis más contundentes cavilaciones. Se calzó la obligación de acompañarme, de pensar conmigo, de imitar mi insomnio, de soportar mis confesiones, mis idas y vueltas, mis lágrimas, mis febriles miedos.

Estaba loco y me pegó la belleza de su locura, esa que me hizo pararme frente a mí misma para decidir cuatro cosas, esa que quebró para siempre mi resignación y me pertrechó para aguantar lo que se me vino.

Él sobrevoló dos años, casi tres, dejando caer sobre mi camino, todo el tiempo, incandescencias dulces y ardientes, como gotas de un amor demasiado fuerte, que te provoca a curarte y te hiere a un tiempo. De su mano izquierda vi fluir con total claridad, por primera (y, por ahora, única) vez en la vida, una nubecita móvil de energía. Energía pura.

Me hizo estrenar emociones, cientos, tal vez miles de emociones excéntricas. Hubo una noche de cielo gigantesco con dos estrellas fugaces. Hubo un pájaro azul que habló a nuestro paso. Hubo un bolero, estratégico, casi mágico, que bailamos entre risas y miradas sorprendidas, en plena calla Lavalle. ¡Un vestido...! nadie nunca me había regalado un vestido así. Sabores. Perfumes. Lecciones escritas en la piel, que se volvía curiosamente nueva. Analogías, del color que me pidas. Un anotador que duró tres semanas y que cerró con "Uno se convierte en lo que ama", frase que, por cierto, en ese momento no alcancé a entender.
Se subió al avión con la promesa del retorno floreciendo en su mirada. Pero yo supe,
presagio maldito, que no sería así, que la misión se había cumplido. Me sentí presa de una sorda desesperanza, una punzada justo debajo del esternón, la presoledad, que anuncia negros amaneceres. Como un último regalo -porque, ahora estoy segura, él también supo que no volvería- tomó mis manos, hizo un gesto, su truco: me pasó una dosis de esa energía, como una descarga, que en pocos minutos -inexplicablemente- me sumió en un estado de aceptación y paz.

Se fue para siempre y también se quedó para siempre, más borrosa la imagen, más enraizadas las palabras y las lecciones aprendidas. Hoy, pero muy de cuando en cuando, un mail trae su nombre a mi bandeja de entrada: pero él es otra persona, y yo, claro está, también soy otra. Heráclito no lo hubiese representado mejor que nosotros dos.

Por un buen tiempo quise explicarme qué rayos había pasado. Qué salió mal, qué salió bien, que ecuación estaba mal redactada para un resultado tan desconcertante, tan imposible de describir a los demás.

Como a Pan le gustaban muchísimo las matemáticas y los números primos y el mejoramiento de la criba de Eratóstenes (no me pregunten qué es...JAMAS se lo entendí...jaja) se me ocurrió usar la imagen de una tangente para explicarlo: una recta, una flecha, un enviado, que toca en un punto una curva. Luego ambas partes siguen su camino. Aunque ya nada será igual. A estas personas las llamo mis tangentes. Como han sido tangentes, tan - gentes, y tangibles, es que creo que son reales.
Viajero: si se te llama a ser la línea recta, si es tu misión enseñar, ayudar, contener, no rechaces el trabajo. Si te corresponde ser la línea curvándose bajo el peso de una vida, y una tangente echa una bocanada de aire fresco,no te resistas por temor. Es así como se trenzan las vidas de todos. Merécete tu parte.

Ella se peina

12:22 a. m. | 11 Comments

Ahora paso todos los días por allí, menos los domingos. A veces un rato más temprano, a veces cuando el sol está alto ya y Buenos Aires se mueve, monstruosamente viva, bostezando humedades.
Es el cruce de Independencia y la 9 de Julio, a saber, "la avenida más ancha del mundo".
Allí, en la angosta plazoleta, unos metros antes de la esquina, hay uno de los muchos árboles de palo borracho que engalanan, a su tiempo, la calle eternamente transitada con sus flores magenta o con sus frutos algodonosos, como de nieve seca.
Bajo ese palo borracho, que para esta altura del año apenas ostenta unas hojas resecas y mezquinas y una panza verde-ocre tachonada de púas, duermen los tres. Un hombre viejo (o quién sabe, avejentado por las desgracias de la miseria), una mujer de edad indefinible y una nena. Duermen amontonados, cercados por el frío, nada de decoro ni confort, nada de abrazarse amorosamente, agotados y sucios, se desploman tapados con una frazadita de nada, con más agujeros que lana, sobre un pedazo de goma espuma sucia, en la que se adivinan las marcas y sudores de cuerpos de intemperie.

Cuando duermen se tapan hasta la cabeza, se esconden del mundo, el sueño -la pequeña muerte- debe ser un refugio. Dios, no les des pesadillas a ellos, que sueñen con manjares y calideces, que sueñen lindo, que pasen unas horas del día sin la mortificación de su desamparo...
Cuando el sol pasa su lengua blanca de luz por el piso, se levantan.

Las articulaciones doloridas. Las manos ateridas. El estómago crujiendo insolencias.

Los mayores enrollan sus cosas: el día es largo, no sé hacia dónde, pero se disponen a partir.
Ella está sentada sobre una mochilita que alguna vez fue rosa. Tiene zapatillas de lona, sin medias. Todo del mismo color : gris, gris, gris...
Ella mira la nada: tiene ojos negros y profundos, y la boca bien cerrada, como ajustada.
Se frota los ojos. Se frota la nariz. Varias veces. ("Parásitos" pienso)
Empieza un nuevo día, quien sabe si más penoso que el previo, quién sabe qué nueva crueldad tiene hoy la vida. Como sea, la feroz rutina de sobrevivir se reinicia.


Sólo está sentada, calladita, ahí. Ella no tiene muñecas, ni entradas de cine, ni vestidito nuevo.

Creo que sólo le queda, de nena,
una rudimentaria coquetería.

Día tras día,

día tras día,

al rayar el sol

como un único gesto

de prodigarse arreglo

- arreglo invisible a su belleza prematuramente destrozada -
ella

se peina

Ella se peina.

...

2:45 a. m. | 5 Comments

"Entonces le acomodé una piña.
Y ahora ya sé que soy cobarde."

Mi QR y yo

11:45 p. m. | 5 Comments

Esta alfombra de blancos y negros dice algo de mí.
Si te dan ganas de tener tu propia alfombrita con esta curiosa disposición, fijate aquí.
Si tuvieras en tu celular el software adecuado, que se consigue dando un para de vueltas por Internet, le podrías sacar una foto y luego procesar la imagen con tu soft (na...no duele, ni se nota, ni te das cuenta... apenas el escalofrío de saberte a merced de lo que tu máquina diga o calle).
El proceso duraría apenas segundos y el lector de códigos QR te daría toda la información extraída de ese miserable cuadradito que se contenta con la dupla "luz-no luz"
Y nada de esas insulsas informaciones de supermercado, que rezan: " codigo 1246 yogur descremado 200 gr $1,75" por ejemplo.
No, no, es que hoy día dentro de un QR te podrías topar con casi cualquier data: un resultado de la lotería, el numero de móvil de una persona hipersociable, la receta para una crema relajante, el sentido de la vida...
Epa bueno! no sé si tanto...
No es que sea difícil de explicar, es que otros lo han hecho mejor. De modo que si alguien quiere saber de verdad qué es el QR, pinche por aquí y lea a Julián (es el que más me gustó)

Estoy vaga... extraña...extrañada...me pasan cosas y se me escapan las ganas de pensar y escribir lindo. Sepan disculpar.
Algunas veces basta un solo soplo de brisa para que algo irremediable suceda: un castillo de naipes que se cae, una copa de cristal que se desintegra en cien mil gotas de dura transparencia.
Puede que una esté buscando a tientas el borde de algo conocido a qué aferrarse, a tientas porque no se ve nada, porque no se entiende nada, porque hay un furibundo tucutúm-tucutúm en el pecho que obnubila y tapa todas las demás sensaciones.

Entonces.
Una fracción de tiempo,
acaso menor a un segundo.

La luz, que rasga toda la oscuridad violentamente, de un solo impacto seco, sin permisos.
No dura casi nada, pero es suficiente para que veas, con la desmesura del miedo, todo el panorama.
No hay más que eso.
No se repite.
No genera una suave claridad que se vuelva amigable.

Ha sido sólo ese breve y venenoso mordisco de una boca con encías blancas, un sacudón a las neuronas, un cortante ¡silencio! al batir alocado del pecho. Que, efectivamente, quedamente, con el suave terror de una inocencia truncada, ahora está callado.



Soñé a mi abuelo diciéndome que la luz del relámpago no lastima, pero que, por las dudas, no la mire mucho. Y juro que no la miré mucho. Pero se impuso tanto y con tanta violencia sobre mi corta visión, que no pude evitar beberme...así...de un sólo golpe, toda la situación.

Abuelo: sabés qué. La luz del relámpago sí lastima.

A sugerencia -inconsciente- de Mr Solaris, el video y la letra del tema de Silvio. Enjoy.

Si fuera diez años más joven que feliz

y que descamisado el tono de decir

cada palabra desatando un temporal

y enloqueciendo la etiqueta ocasional.

Los años son pues mi mordaza, oh mujer

sé demasiado, me convierto en mi saber

quisiera haberte conocido años atrás

para sacar chispas del agua que me das

para empuñar la alevosía y el candor

y saber olvidar mejor...

Esta mujer me propone que salte y me estrelle

contra un muro de piedra que alza en el cielo

y como combustible me llena de anhelos

de besos sin promesas y sentencias sin leyes.

Esta mujer me propone un pacto que selle

la tierra con el viento, la luz con la sombra

invoca los misterios del tiempo y me nombra

esta mujer propone que salte y me estrelle.

Solo para verle, solo para amarle

solo para serle, solo y no olvidarle.

Con diez años de menos no habría esperado

por sus proposiciones yo hubiera corrido

como una fiera al lecho en que nos conocimos

impúdico y sangriento, divino y alado

con diez años de menos habría blasfemado

con savia de su cuerpo quemaría los templos

para que los cobardes tomaran ejemplo

con diez años de menos hubiera matado.

Solo para verle, solo para amarle

solo para serle, solo y no olvidarle.

Entonces, en medio de la disección de mi alma, que se dejaba autopsiar como en un sueño sin dolor, empezaron a aparecer las frases que hablaban de los años.
"Se te pasan los años" y "Cuántos años hace que".
"Si en todos estos años..." y "Ya no tenés veinticinco años"
Mientras uno repasa sus acciones entre amigos, no es extraño que aparezcan esos cotejos, estilo "durante ese año que yo hice tal cosa, vos en qué andabas?"
Las caras de los compañeros y enemigos, guardadas en el arcón de la juventud, se presentan en desorden: y resulta que ahora la flaquita que todos se querían comer cruda en el centro de estudiantes es una gorda medio "obse", que les limpia los mocos histéricamente a sus cuatro varoncitos. El seductor de pelo largo estilo sioux es un abogado marmota de barbita candado y pelo duro de gomina. El profe de Sociología es el ministro de Educación. El cantante sexy de nuestra adolescencia es fertilizante para narcisos. (*)
Nuestros padres, gente grande que hay que mirar con otros ojos, porque se empezaron a presentar la osteoporosis, los problemas de memoria, la intolerancia a un alimento...
Nosotros mismos, somos ya una manga de cuarentones. No, claro, obvio, ni qué hablar: estamos todos bárbaros.
Sólo que me pasan cosas como estas: Mi ex novio se casó el mes pasado con una mina que también tenía hijos grandes. Voy por la calle con mi hija y el mejor piropo que recibo es "sueeeeegra!".

Pero yo soy tan soberanamente tonta, que sigo aferrada a algunas fórmulas que me aseguraron (hasta hoy) la lozanía del alma. Me empeño en tener ocasiones de reir a carcajadas, me empeño (¡y cómo!) en enamorarme, me empeño en aprender cosas nuevas, aun cuando la seguridad de lo que ya conozco me tira sus garfios.
Me hago amiga de mis arrugas y las tolero con cierta dignidad (tampoco es verdad que nos gustan, no seamos hipócritas...)
Le pongo garra al día a día, decido que tengo más ganas de tener alegrías que melancolía.
Y les digo por qué...
Prefiero que un antiguo compañero de la Facu, un antiguo amigo, un primo olvidado, me cruce por la calle y piense "mierda! está grande... peroooo... está bien!" Eso solo se transmite si el alma no está enmohecida de desdichas.
Que dolor si Pablo Milanés me dedicara un tema que diga, como en "Hoy la ví":
"Hoy la vi,y tenía un rostro ajeno al que yo amaba;
el que dan unos años de no ser feliz."

Claro que a veces deseamos, amargamente, irremediablemente, tener menos años, volver un poco atrás, reparar el pasado, torcerlo, chistamos y nos autoculpamos "Si hubiera hecho y no lo otro" "Si me hubiera dado cuenta de tal cosa". Sabemos que es inútil, pero gastamos energía en ello de todas maneras.
O necesitamos tener diez años de menos, porque el espíritu aletea salvajemente preso de la carne, porque el corazón late con furia y pasión, pero el cerebro y las buenas costumbres dicen que yo estamos en edad para esas cosas. Rabia, impotencia, maldito Cronos, a los treinta y tres esto no se me había ocurrido y ahora que se me ocurre tengo esta gruesa decena de años de más?
No sé...yo a veces juro que elijo saltar y estrellarme.


(*) Una expresion del profe en "La sociedad de los poetas muertos"
Sueño, sueño, sueño... Abro los ojos para espantar las imágenes que se apoderan de mi cabeza. Vuelvo a dormirme, vuelvo a soñar.
Incomprensible, perturbadora, la pesadilla se repite. "La mato y aparece una mayor", como dice Silvio.
Nunca duermo tantas horas, entonces se lo adjudico a eso. Pero las ideas que se suceden siempre representan lo mismo: un viaje, destino incierto. Y un sentimiento que duele, duele, duele.
Es un viaje que no me decido a emprender, que me causa pena, que me agobia. Un viaje que en mi sueño me empeño en evitar o demorar. Mi hijo es mi hermano, o mi hermano es mi hijo, no sé, me desespera saber qué edad tengo en ese sueño, necesito saber si soy la madre o la hermana, ya que según ese dato, tendré poder de decisión (o no).
Escucho voces que me envuelven, me aconsejan, repiten frases sueltas de la sobremesa de anoche. Muchas nombran ese sentimiento que duele.Muchas empiezan con "deberías" o con "no deberías".
El potencial simple me estremece de terror. No quiero viajar, no quiero ir ahí. No sé si ese viajar implica volver, no sé si implica llegar a un sitio nuevo. Sé que, aun cuando no lo estoy provocando, voy por las veredas de la pesadilla con las manos cargadas de incertidumbres, causando estragos.
Es un sueño barroco, es una trampa de mi cabeza apaleada, no se deja interpretar así nomás. Estoy siendo juzgada y al mismo tiempo comprendida. Me siento en el banquillo de los acusados, esto debe ser un mal sueño, porque no puedo emitir palabra para justificarme, soy incapaz de contradecir a mis potenciales verdugos, tengo sed, esto es una inmensa injusticia, y sí, tienen razón: hice todo lo que están enumerando pero los motivos son tan profundos que cómo podría explicárselos en una sola madrugada... Soy la buena de la peli, qué flaco consuelo, porque a las buenas les toca la parte aburrida, o la parte del esfuerzo, en cuanto se pone divertido aparecen las malas, las malas viajan sin culpa y sin reparos, las malas disfrutan, las malas obtienen livianamente aquello que el destino pone siempre en la lejana línea dorada de mi horizonte...

Me duermo una vez más, esta vez el momento del viaje es inevitable: me esperan, las puertas abiertas del auto. Miro bien: el auto de mi viejo, uno que tuvo hace mucho. Lleno, cargado, repleto, el espacio que me dejan es ínfimo, siempre esa puta costumbre de no hacerme lugar, pienso. Pienso también muchas variantes de insultos clásicos, algunos hasta graciosos (¿me río dormida?) mentalmente le contesto a mi amiga que se equivoca, que se recontra equivoca, que gracias por los consejos pero necesito mi propio tiempo para decidir, mi propio sentido de que el camino es este, que la persona es esta o aquella, que me beneficio o me perjudico o vaya a saber qué.
Lo sobrenatural es común en los relatos oníricos, pero aun asi, mi reacción es sorprendente, hasta hilarante. "Me voy caminando" digo mientras cierro la puerta del auto que me iba a llevar a no sé donde "Me voy, los veo allá"
Murmuran, desaprueban, opinan, argumentan. No me convencen, pero me incomodan.
Me incomodan al punto de hacerme llorar. Lloro en sueños, me despierto con una horrible sensación de pérdida, miro el reloj, y después el calendario, porque se me cruzó por la mente aturdida, como una gasa ensangrentada, la idea de que había pasado mucho, muchísimo tiempo en la cama. No: es domingo, el domingo que debía ser.
Pero entonces decido no volver a dormir. En un papel anoto, para que no se me olviden, las cosas buenas que sé hacer. Lo pliego, una pajarita de papel rosado. Lo usaré como sortilegio, se me ocurre. Si vuelvo a soñar con serpientes, les daré de comer la paloma de mi bien: y que así se envenenen, y estallen...
Ah!
Morfeo, un favor especial, sólo por hoy:
dame un sueño con vista al mar, playita soleada, y amanecer con besos. Y si acaso los sueños llevan música de fondo, que sea Cold Play.
No sé..uds se van a algun lado el finde? porque yo...me quedo en casa.
Y bueno...me divierto buscando cosas como esta... les gusta?



Que lo parió, qué manera de ser patrióticos por este lado del mundo, che!
1ǝ ouıǝɹ 1ǝp sǝʌǝR


1ǝ opunɯ ɐʇsǝ opɐɔoʌınbǝ


sɐʇɐd ɐɹɐd ɐqıɹɹɐ


ǝp ɐzǝqɐɔ...


Lo ví en Microsiervos.
Si no ven el chiste, o lo ven raro, o ven cuadraditos en lugar de las letras... sorry. Es algo que falta en sus PC...después averiguo.
¿Dónde vive la consciencia? ¿Qué sutil instante, qué discreto clic es el que marca el inicio de la vida consciente? ¿Qué fatal muesca en las tablillas de Madame La Mort indica su final irreversible? La delgada línea -roja, o violeta o índigo- que separa consciencia de inconsciencia es una señal débil y huidiza, como una vaga reminiscencia de humo.
Temas intrincados y espinosos, donde se mezclan la filosofía y las ciencias duras, las preguntas atinadas y las vacilaciones emotivas. Hace tiempo largo que me persiguen esas dudas jugosas, y cuanto más averiguo, más me resta por saber...
Miren, hace años, cuando Internet empezaba a ser una linda fábula sobre la comunicación, encaré este trabajo con un grupo de chicos de séptimo grado, que se llamó, pomposamente "El cerebro, los sueños y a locura"
Recuerdo que hubo dispares repercusiones dobre el tema elegido.

En lo que a mí respecta, fue un momento fundacional e irreversible. No pude dejar de interesarme en el tema, como simple curiosa. Y me pasa hoy día algo inquietante, cuando leo ciertas hipótesis que tocan el tema "mente / cerebro / vida consciente", que es la sensación de familiaridad con ciertos discursos de las neurociencias o de la filogenética.

Confieso que largar en la sobremesa de un asado una frase taxativa como "Bueh!! Total que el cerebro no tiene sensibilidad propia y cortarlo no genera dolor" como colofón al diálogo en torno a las trepanaciones de cráneo de los cirujanos aztecas me suele dejar posicionada como una sabihonda o una mentirosa (y no encajo en ninguna de las dos clases)
Pero...¿qué le voy a hacer? ¿Cómo evitarlo? Lo he aprendido en alguna parte, algo me asegura que es así...!

Les expliqué a mis propios hijos en incontables ocasiones, los fundamentos que sirven para explicar que un animalito que convive con nosotros (por ejemplo, nuestra gata Mili) es también una persona. No humana, es claro. Pero sí persona.

Hemos charlado acerca del extraño proceso de la circunstanciación, esa operación que determinaría que las experiencias que se asomaron a suceder en mi cerebro hace más de 43 años, hicieron que mi mente fuera mi mente en este cuerpo y no en otro cualquiera. (sí! cualquiera!). Hipótesis que sostienen que las mentes, los psiquismos, son globos que estallan y se van conformando según su circunstancia (tiempo y lugar, principalmente).
Que son eclosiones, no procesos. Que siempre pasa eso ya sea que se encuentren circunstanciados al cuerpo de una “víbora ciega” taladrando sus subterráneos, o bien al cuerpo de quien lee ahora estas líneas.

Lleva un tiempo considerable asumir estas ideas, y se constituyen en vastísimos temas de debate. Y no se cierran jamás. Y aparecen nuevas y renovadas justificaciones para reabrir la polémica, amable o encarnizada, acerca de la consciencia y la mente.

Uf...:! y cómo agobia a veces esa cordura irrenunciable... Y cómo aguijonean las ganas de no saber, de no desear saber... Maldita consciencia.


Dios me habló!!! Dios me habló!!! Si!!! Aunque Ud. no lo crea! Algún día tenía que suceder...después de tanto entrar a leer devotamente el blog de Dios (aqui) finalmente, en el post "All you need is love" viene una breve y emotiva réplica del Altísimo a mis humildes conceptos.

Se los copio aquí, suenen campanas:


Lo ha dicho VeRa a las 06.43 del 22 de Junio:

Dios habla de veras a través del ingenio y la alegría. Créanlo, corderitos, en este blog se respira a dios...
Dicen que los más sabios son también los más alegres. Y, aunque a veces (muchas, en verdad) el Amor me hizo llorar, ha traído tantos soles a mi vida que sería antinatural no sospechar que existe un dios, y ese dios es el Amor.
Me encantó tu consejo por allá arriba, a quien dijo "recibí mucho amor" y le contestas "reparte"
Pregunto: ¿cuanto más reparta, más lugar haré para seguir el intercambio?

Responde Dios: Claro. Y al no dejarlo quieto, no cría musgo.


Qué Dios tan mundano y simpático, che, que lo parió. (En el logo de su blog se lee: "Escucha atentamente la palabra del Señor. A Él no le gusta repetir las cosas." Ja!)
Del libro "El lector". Un pasaje que me impresionó. Se supone que no es de los más significativos de la historia que he leido. Pero, vamos, a cada uno el zapato le lastima allí donde tiene la herida del calzado anterior.

Y dice:

"Fue entonces cuando empecé a traicionarla.
No es que fuera por ahí contando sus secretos o poniéndola en evidencia. No revelé nada que debiera mantener oculto. Al contrario: mantuve oculto lo que debería haber revelado. Me negué a admitir su existencia.
Sé que negar a alguien es un tipo más bien inofensivo de traición. Desde fuera no se aprecia si uno está negando a alguien o simplemente pretende ser discreto o considerado o sólo intenta evitar situaciones delicadas o molestas.
Pero el que niega a otro sabe muy bien lo que hace. Y negar una relación es una manera de socavarla tan grave como otras formas de traición más espectaculares"

Esto es un dedo en la llaga. Descarna y muestra algo que duele, pero que no está anatemizado moralmente como, bien dice Herr Bernhard Schlink, otras maneras de traición más visuales, más impúdicas, mas turbias, quizás. La traición, cuando aparece un tercero, es fácilmente condenable. Nadie puede servir a dos amos, diría la sabiduria popular. Y el espíritu humano se complace en encontrar justificaciones a sus flaquezas.

Más tarde o más temprano, la tensión entre dos sentimientos cede a la presión mayor de uno de ellos. Es casi natural, casi una ley de la física, casi inexorable. Pasado, cierto tiempo, las aguas se aquietan y la traición de esta calaña pasa a engrosar la lista de pecados que se emparejan con una tanda de buenas acciones a lo largo de la vida, y terminan granjeándole al portador un pasaje al Purgatorio, cuando menos. (O algo así!... que está por verse, porque ahora parece que el purgatorio ya no existe, según el gótico razonamiento de Ratzinger...ese hombre se va a cargar las migajas del catolicismo y se las va a desayunar sin más ni más...)

La otra traición, la del desconocimiento, la del ocultamiento, es menos grave de cara a la sociedad. Bien se podría decir que se trata tan sólo de prudencia. Y a los prudentes no se los acusa. Ni siquiera de ser tibios. Estamos plantados hasta las manos en un entorno que pregona a gritos que lo mejor es el término medio. (Me vino a la memoria una frase de Khalil Gibrán...)

Bien dice el autor de este libro que "desde fuera no se aprecia" pero "el que niega a otro sabe muy bien lo que hace".

Probablemente por eso, cuando se toma consciencia de la negación, aparece claramente la amargura. La de saberse objeto de una traición, de un ocultamiento, la de saberse objeto de una vergüenza. Se siente autocompasión y sentido de la injusticia.

No recuerdo haber negado un afecto, pero la constatación de haberlo hecho supongo que también conlleva su propio dolor.

Aún conservo la intensa emoción que me causaba, de chica, la escena de "Rey de Reyes" en la que Pedro, un torturado Pedro que se moría de miedo y de curiosidad por el destino de su Maestro, negaba ante los soldados romanos conocer a Jesús. No una vez, no dos: tres veces antes del canto del gallo. Y se cumplía en medio de la noche cerrada el brutal vaticinio "Me negarás tres veces". Pedro se cubría la cara con las manos porque se sabía víctima de su pequeñez, y lloraba amargamente. Ese llanto, el llanto de un hombre fuerte, me consternaba.

Ahora entiendo por qué: era una mezcla indistinguible de piedad y condenación. A Pedro lo perdonamos, a Judas, no. Judas elige las monedas: traiciona porque elige "otro amo" (y no se redime ni siquiera ahorcándose, ni siquiera provocando que la Historia se cumpla tal como se esperaba...Judas es la imagen del traidor artero, aunque en el fondo haya sido el único que realmente creía en ese Salvador...) Pedro es el que niega. Niega y traiciona, pero tendemos a perdonarlo en nombre del temor por su vida, de la evasión de un destino cruel...


Pero... vuelvo, vuelvo: (las historias bíblicas ya tienen sus propios cientos y miles de revisores).
Vuelvo al estremecimiento. Soy miedosa del desamor, por eso aviso. "El que avisa no es traidor", reza otro refrán, un poco turro, es cierto.
Aviso para que sepan los que bien me quieren, aviso para que ni se les ocurra a los que empiezan a conocerme: miren, no vayan a desconocerme. No me mantengan oculta cuando deban revelar que formo parte de sus vidas.
Si lo hacen, me niegan existencia.
No permitan, si pueden, que yo haga algo así con alguien que conozco. A menos que medie el odio o su forma más abyecta y lastimadora, el desprecio.
Si hay algo de amor, o si lo hubo, o si algún buen sentimiento ligó nuestras vidas...no me niegues, no dejes que yo te niegue.
Gracias a Gabi, por prestarme el libro. ;)

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