Escuché por ahi que un buen amigo es el que te critica en presencia, pero habla bien de vos cuando no estás.
Confieso que me cuesta digerir las críticas.
No porque sea yo una persona que hace todas las cosas bien (sería aburridisimo, supongo) sino porque está en mi naturaleza ser autoexigente en algunos aspectos y autocondescendiente en otros.
En fin, que tengo una valoración extraña y ambigua de mí misma. Entonces quizás lo que para algunos es intrascendente, para mí es una herida narcisística irremediable.
Mi tío Jorge siempre decía esta frasecita, de la sabiduría popular "Lo que para uno es trapo, para otro es bandera"

Ahora, justo ahora, hace minutos, me encuentro en internet con un amigo al que le reclamo que no lee este blog. Dice que no lo hace porque es buen amigo: "Soy muy crítico" remata.

Y entonces pensé esto...
Y digo: si no puedo soportar las críticas de mis amigos... no puedo soportar nada.
Y añado: si solo escucho a los que me endulzan el oído, terminaré con sordera en el corazón.
(Este post va dedicado a Dianita ...ella sabe por qué)

Algunas veces uno necesita que le digan lo que ya sabe, pero parece que ha olvidado.
Que se lo repitan. Que usen la técnica del mantra milenario.
Necesitamos "vaciarnos" de todo lo que aparentemente ya tenemos claro y aceptar nuevas comprensiones.
Necesitamos leer de nuevo el mismo poema, oír la misma frase, ver en los ojos de alguien -nuevamente, milagrosamente- el mismo brillo que ya vimos anteriormente.... sólo para saber que aún existe... sólo para saber que ya existió...
Estamos de pie sobre el borde filoso de nuestra endeble cordura y sentimos la tentación de dejarnos ir. Y la tentación es sabrosa. Endemoniadamente sabrosa.
Nos negamos a entender que la felicidad es nuestro destino. Preferimos autocompadecernos porque el mundo externo se nos ha vuelto hostil o peligroso. Ponemos allí las frustraciones y las broncas. Todo afuera, todo en los otros.
Dejamos de ver -nos cegamos, propiamente- qué tan profundo tenemos inscriptas esas sabidurías que en otros casos han transfigurado una experiencia dolorosa en otra de crecimiento y autoafirmación, sea propia o ajena.
Los monjes budistas dicen que si la mente consigue dominar la experiencia, que si la mente consigue, mediante sucesivas inscripciones de las experiencias, volver positivos los saldos, orientar los esfuerzos hacia lo que realmente buscamos, entonces la vida no podría hacerte tanto daño.
Y : ¿qué buscamos?
A juzgar por la constante insatisfacción: no es la moneda, ni la casa, ni la silueta perfecta, ni el pasaje de avión, ni siquiera el plato de comida. Es mas contundente y mas brutal, es más básico. Es AMOR. Un destello de amor, un impulso de amor, un deseo de amor.

Entonces, como hay que repetir, repito:

Tú eres el profundo deseo que te impulsa.
Tal como es tu deseo es tu voluntad.
Tal como es tu voluntad son tus actos.
Tal como son tus actos es tu destino.





Mi cabeza no descansa.
Ni siquiera en sueños.
Teje redes, inventa historias, anuda pareceres, imagina soluciones.
Visita mundos y sigue preguntando. Mi mente es incansable.
Ah...pero el cuerpo... el cuerpo pide por favor un sueño despejado de labores.
Sueño que sueño... y en el sueño sigo revolucionando los átomos de la vida.
No es que hablo dormida: es que mi espíritu no duerme, ni aun en sueños.
Cuenta una leyenda china que un potrillo blanco, todavía inexperto, todavía temeroso del mundo, estaba en la orilla del río tratando de decidir cómo o por donde cruzar... o decidiendo si debía cruzar.
Estaba tan angustiado por no tomar la decisión que un caballo de la manada (o quizás...por qué no? una yegua!) se le acercó y le preguntó por qué dudaba tanto.
Él respondió: "El buey me dijo que el río es semejante a un charco...que apenas si toca el agua su panza. La ardilla, en cambio, dijo que el río era un sitio peligroso y profundo, con correntadas que podrían arrastrarte hasta el fondo..."

"El buey?" preguntó su asesor. "Es mucho más alto que vos... y la ardilla...es evidentemente mas pequeña. Ambos sólo pueden decirte lo que les pasa a ellos con el río."
"Entonces?"
suplica el potrillo
"Entonces... para saber cómo te va a ir con algún asunto, no queda más remedio que involucrarse con él"

Y, dando un leve toquecito de ánimo, le indicó la orilla.

involucrate con el asunto...Así que, claro, como era de esperar: ni el río era un simple charco ni se trataba de una barrera infranqueable.
De a ratos caminó tranquilo, otras veces vadeó haciendo un notable esfuerzo...
Llegó del otro lado y ahora que volvió a mirar, ya no le parecía una cuestión por la cual preocuparse.

Entonces: aquí estamos.
De este lado de la orilla. No soy buey, no soy ardilla, no soy siquiera un potrillo que tiene el amparo de su inexperiencia.
Me estoy arremangando los pantalones, dejo el reloj (no es resistente) en una ramita aquí, para cuando regrese. Me froto las manos, me dan ganas de estar ya del otro lado: vamos a ver qué me pasa a mí con el río.
Curiosidades de la blogósfera: alguien se puso a pensar y medir cuando se considera a un blog "legalmente muerto".
A raíz de ese dato -muy "geek" por cierto- se me disparó una secuencia de suposiciones acerca de estas declaraciones de estado de las personas, las instituciones, las páginas, las emociones...

¿Cuándo un blog está verdaderamente "muerto"? ¿Cuando nadie postea o cuando nadie lee?
¿Cuándo se ha muerto un sentimiento?
¿Cuándo se ha muerto una ilusión?
¿Cuándo es "razonable" decir que está legalmente muerto un volcán apagado, un sistema político olvidado, un ser querido conectado a aparatos que lo hacen latir lastimosamente?

¿Cuándo está legalmente muerto un amor?
Y viceversa: ¿qué cualidades, qué síntomas específicos, qué bullir de endorfinas debería prevenirnos que ese amor no ha muerto del todo?

Y todavía más importante: ¿cuándo estamos legalmente seguros de que un amor HA NACIDO?

Acepto sugerencias, escucho ofertas.
"Quise convertir una habitación de casa en un jardín zen, ya sabéis, arena, algunas rocas y un rastrillo para arar formas mientras meditas. Yo opinaba que quedaría muy bonito y que relajaría mucho entrar allí, con olor a incienso, esas cosas. Mi mujer, sin embargo, consideraba que haría un montón de polvo, y que pronto tendríamos el pasillo lleno de arena, y que se nos iría metiendo por los zapatos, y que, además, aquello sería un perfecto nicho ecológico para todo tipo de bichos. Y es que es lo que tiene el zen, que no se puede practicar en casa."

Este es uno de los cuentos de cien palabras, llamado Jardín zen, que publica Jordi Cebrián en su blog. Hay muchos bonitos y ocurrentes. Otros, apenas se sostienen por su peculiaridad de estar escritos en cien palabras. Ni una mas, ni una menos (o eso dice Jordi)

Helo aquí. El que siempre sabe ver la parte buena de toda situación.
¿Parece serio? Es simplemente reflexivo. Simplemente positivo.
Anoche soñé con la abuela Ester. Ibamos a su casa: yo con... quién? Hernán? No lo sé.
La mesa del comedor diario estaba tendida, con cuatro, cinco platos en los que alguien, alguna vez, comió. Pan rancio, botellas vacías.
En el otro comedor estaba tendido el mantel, con migas. Había botellas en el piso. Ropa en las sillas. Yo empiezo a ordenarlo todo, recargándome las manos. Tocan el timbre.
Digo "no abras, abuela" porque veo que ella iba directamente a hacerlo, sin precacución alguna. Por la ventana veo que se trata de unos pendejitos que se ríen. Quieren molestar, pienso. No debe ser la primera vez, pienso.
Yo quiero limpiar, limpiar, ordenar. La sombra que está conmigo dice "siempre está hecho un asco esto". Reacciono: "Abuela, vos deberías estar en el cielo, vos estás muerta, qué es toda esta historia? Qué locura..."
Ella farfulla. Dice que los que se acuerdan de ella seguramente lo hacen por la herencia.
Qué herencia, pienso, si se la patinaron toda tus hijos...
De pronto me asalta el miedo de estar pensando en la muerte de mi propia madre. A mí no me preocupa ninguna herencia. No soy codiciosa, es una suerte, creo. No acierto a recordar cuando ni como se estableció así, pero mi mente opera con la idea de que vivo con lo que tengo y si acaso recibo algo más, será un extra, por el cual no debo litigar con nadie.
La semana pasada, no en una sino en DOS oportunidades, la presona que me precedía en el cajero electrónico del banco se dejó allí, a la mano, su tarjeta insertada y su sesión abierta con la pregunta "Quiere realizar alguna otra operación? SI/NO "
Las dos veces hubiera sido simple escribir "SI...extracción..." y solucionar un par de cuotas de las muchas que pago. Pero no. "Ni ganas" (diría mi hija) Y no me siento especialmente buena por ello. Es lo que me sale, así nomás.

Recordé una charla de meses atrás. Hablaban de testamentos, de artículos de leyes, de heredar casas y cosas. Me cruzó por la cabeza el "consejo familiar" de ir a visitar a mi madrina, con la intención de que escriba algo en el testamento a mi favor.
Me corrió frío por la espalda. Me pareció abusivo.
Durante años no supimos nada una de la otra. Ahora que ella está vieja y enferma, aparecer de visita me recuerda el vuelo de los buitres. Aborrezco esa actitud. La he visto brillar, como velada pátina de ambición, en los ojos de todos los que participaban de la charla.

En fin, ojalá no sea Coca la anciana sumida en la suciedad y el desorden.
Ojalá no se sienten a su mesa los devoradores de sueños dejando sus impúdicos platos vacíos, sus botellas tiradas, sus panes secos generando moho.

Que Dios conserve mi estúpida ingenuidad, para que yo me crea buena gente.
....en fin, [lo que quiero hacer es] una gran boludez, como dice en la peli "el abuelo":" los viejos somos niños encerrados en estos cuerpos desgastados" ... decime cuándo
Hernán

....me encanta lo que me decis y con respecto a lo de ponerte vieja te digo los jóvenes tambien maduran, y vos seguís madurando, porque sos joven todavía, besos
Gusti


Seguir creciendo es intenso. Es mucho más reconfortante que sentir que tan sólo envejecemos.
Cuando me dicen que tengo cosas de niña, siempre prefiero sentirme piropeada.
Lo lindo es tener consciencia de que uno puede seguir jugando... puede reírse en la cena con los hijos hasta que te salga el jugo de manzana por la nariz y se manche el mantel recien lavado... puede tener "permisos" juguetones en todos los ambientes y tiempos que componen tu vida y que te hacen mas llevaderos los otros instantes (los serios, los amargos, los dolorosos...)

Los que saben jugar y no se arrepienten de soltar la carcajada... viven mejores vidas, creo yo.
Los que se exponen al ridículo para vergüenza ajena de sus colegas, coequipers, parientes y subalternos, pero disfrutan y no lastiman a nadie... a esos dicen que Dios los mira con alegría.
Los que nunca se relajan y siempre hacen lo correcto..se quedan con las ganas.
Y yo no recuerdo lo que decía Freud sobre los deseos no realizados, pero mi mamá siempre largaba su frase lapidaria, en estos términos "el que no galopa de joven, trota de viejo" (nunca dije que iba a ser una frase erudita, el que avisa no es traidor)

Hace -relativamente- poco tiempo, en un pico de meditación y quiebre de mi vida, me crucé con un maestro que me puso a reflexionar y me dio como tarea definir un poco qué quería ser en esta vida.
BuceÉ mucho en mi cabeza taladrada...demasiado bollo de palabras y de mandatos...demasiada filosofia barata y zapatos de goma... costó mucho elegir (y por suerte, me convencí de que puedo cambiar de opinión sin ser condenada) pero en algún momento del desmadejamiento de elecciones, me dije que lo que quería era ser sabia. Y sabia significaba: alguien que SABE lo que realmente vale la pena.
No, no, no... mejor así: sabia y alegre... alguien que SABE lo que realmente vale la ALEGRÍA.
Dice Bob
(no en su blog, sino en algún comment;)

epa! era esto?Se podría decir que una teoría falsa pero atractiva es mejor que una verdadera pero aburrida [sería algo así como la dimensión estética de la verdad, perdida la posibilidad de conocer cómo son las cosas, uno debe quedarse con la más apasionante]

200% de acuerdo con Mr Bob Chow si se pudiera!
Ante la posibilidad aplastantemente cierta de no tener respuesta a 8 de cada 10 cuestiones clásicas y fundamentales, me inclino por adherir a alguna teoría que resulte novedosa, que me cierre por algún costado, que a defecto de teoremas demostrados me seduzca con algún aspecto que cosquillea mi curiosidad o mi fantasía.

Miren, por ejemplo "la verdad de la milanesa" de la estatua posteada hace un par de días.
Mucho mejor la hipótesis de la caricia helada!!!

Hay ciertas verdades que transgreden tanto la estética y el buen gusto que sería preferible no conocerlas jamás.

Saliva amarga

11:24 p. m. | 6 Comments

Trago, sintiendo esa leve carraspera que se aloja en mi garganta hace unos añitos ya.

Los ojos arden. No quieren seguir leyendo. Ni escribiendo. Ni buscando en las sombras.

Los recuerdos y las noticias, entrelazados, tejen telarañas.

Vuelven los sabores amargos, vuelven las lágrimas calientes, vuelven los condenados fantasmas del malquerer.

El espejo dice que me vaya a dormir, que estoy impresentable hasta para un desfile de espectros.

Tengo el pecho lleno a rabiar de sentimientos que disputan la corona de mi atención: un poco de ira, una melancolía usada, indignación (a mares), algo de viejas tristezas rejuvenecidas, la tozudez que me marca el paso incansablemente. Y la ternura furiosa que se aferra a mi centro y no cede, no cede... Y el amor nuevo que esquiva la pelea de todos los demás porque quiere respirar limpio cuando todo se apacigüe (mi amor nuevo es sereno y es alegre, es urgente y es perseverante, es temerario, es terco...)

Trago, de nuevo. Me sale, como una manifestación del inconsciente, el gesto de sostenerme la garganta que empieza a doler. La saliva es amarga.

Silvio canta:

Quien ayer me daba un beso
ahora me trata de usted.
Yo no quiero aprender eso
Yo no quiero aprender eso
ni al derecho ni al revés.

Yo tampoco quiero. Que vengan al ruedo la tozudez y el amor: traguemos juntos hasta que la saliva tenga el sabor del día en que los besos fueron plato principal.

La mano de piedra dura, la mano de mármol, se hunde blandamente en el muslo blanco como nieve.
La cintura de piedra dura, la cintura de mármol, describe una torsión que imprime un giro a los dedos, también hundidos con falsa suavidad.
Los dedos de los pies se están por separar, pareciera, de un momento a otro...
Está el tiempo detenido en ese instante, donde la caricia se ha vuelto helada...

Sé de un niño asombrado que le preguntó a un escultor famoso (creo...no quiero errar...que a Miguel Angel) al ver la transformación de un enorme bloque de piedra, cómo era que él sabía que había un caballo adentro.

Pienso igual que el pequeño: algo, un don, un talento, un toque de dios... concede a algunos pocos humanos la capacidad para transformar la roca monolítica en estas fuentes de inspiración para los sentidos...

Que les den larga vida y escasos temblores.

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