Un hombre citadino, un hombre común, un hombre igual a cientos de miles de hombres en grandes ciudades del planeta descubre un buen día que tiene un problema.
Vulgar, yo diría.
No grave ni desesperante, diría mi hermano.
Se aburre, se siente vacío repitiendo los rituales de la urbanidad, ve pasar los días sabiendo con certeza que no es dueño de una gran felicidad ni una gran pena. Es un hombre adormilado por el veneno letárgico de la posmodernidad.
Necesita quitarse de encima ese sentimiento pegajoso de malestar. Quizás se llame molicie o quizás aburguesamiento, y hasta (voto a Julián) quizás sea su famosa sensación de "acedia".
Este sujeto gris necesita una excusa para llorar. O para reír. (Da igual)

Entonces deambula.... se busca a sí mismo en el dolor y la piedad.
Y se encuentra...curiosamente...se encuentra en el otro lado de esos valores "políticamente correctos".
Se encuentra en la violencia y la descarga de golpes. Se encuentra en la ácida venganza de una escupida en la sopa. En una película ATP adulterada gruesamente con la inserción de una imagen obscena, casi invisible al ojo.

Una lógica ardiente e implacable lo mete de cabeza en el club de la pelea. Haciendo equilibrio entre la ira y la lógica, entre la satisfacción y el escándalo, el hombre se disocia en sus mitades furiosa y civilizada. Hay unas pocas reglas que señalan la cancha. Son reglas para vivir en las ciudades enormes, llenas de soledad. Reglas de sobrevivientes.

Estas rezan:


Regla Numero 1
No hablar del Club de la Pelea
Regla Numero 2
No hablar del Club de la Pelea

......no hay secreto mejor guardado que el que nadie quiere creer. Viceversa: censura la información y ésta fluirá con una fuerza brutal.

Regla Numero 3
Cuando alguien dice "stop" o se debilita, la pelea se termina.
......tensa todo lo que puedas, pero no quiebres lo vital.
Regla Numero 4
La pelea es sólo de a dos
......si, de a dos y sus fantasmas. Es que uno va seleccionando su oponente principal en cada momento y escenario de la vida. Si todos "valen" lo mismo, ahí tenemos un problema...
Regla Numero 5
De a una pelea
......Se desprende de la regla 4!
Regla Numero 6
Sin zapatos ni remera
......ni nada que te incomode al asestar golpes. Esto lo interpreto como "vayan ligeros de equipaje", en todo sentido.
Regla Numero 7
Las peleas duran tanto como tengan que durar
......claro, no es que cuando uno empieza a hartarse de ciertos detractores, de ciertas técnicas de golpe y magullón, de ciertas estrategias del mal...las pelean cesan. No,no: Duran! Se mantienen!
Regla Numero 8
Si es la primera vez que asistís al Club de la Pelea tenés que pelear esa primera noche.
......el día que alguien vislumbra que puede liberarse de su vacío y displacer mediante una pelea, una contienda cualquiera, una lucha, del calibre que sea...hay que intentar.

Y ahora, un petit secret: no me agradan las reglas del club de la pelea. No creo en ellas. No me gusta, tampoco, para nada, sentir que son una descripción de la ferocidad de la convivencia humana . Mejor, a continuación de estas, unas bienaventuranzas.
Salut.

30 años

9:26 p. m. | 4 Comments

Cita de autoridad
Dice John Guare, un dramaturgo inglés:
"En este planeta sólo seis individuos me separan de cualquier otro individuo, ya sea el presidente de los Estados Unidos o un gondolero de Venecia. Estas seis personas me separan no sólo de los personajes famosos, sino de cualquier persona: un indígena de la selva tropical, un habitante de la Tierra del Fuego, un esquimal. Estoy vinculado a todos los otros seres humanos del mundo por un camino que pasa por seis personas."

Problema:
En 1967, (yo era una nena de sólo tres añitos) un psicólogo americano, Stanley Milgram, llevó a cabo un experimento muy interesante para demostrar que las personas (sobre todo si comparten una cierta cercanía geográfica, agrego) aún aquellas que jamás se vieron o tuvieron contacto, pueden encontrar, si se reúnen y conversan, algún punto que las relacione. Que ese punto es alguna persona que conocen en común. Que fueron alumnos del mismo profesor, o tienen una cuñada en común, o fueron al mismo club o los bautizó el mismo cura, o un amigo del amigo conoce al primo de...

La experiencia
Milgram envió más de 150 cartas a personas de la Zona Central de Estados Unidos, al azar.
Les pidió que trataran de hacer llegar esa carta a dos personas de Boston, sin darles precisiones. Ni direccion ni telefono...solo sabian que eran un agente de bolsa y la esposa de un teólogo.
Tenían que hacerles llegar la carta por intermedio de otras personas, personas que pensarn que de algún modo tenían más que ver con los destinatarios.
Además, por cada carta enviada, enviaban una copia a Milgram, para que éste pudiera seguir el
viaje de las comunicaciones.
Sorprendentemente, al cabo de pocos días los destinatarios de Boston empezaron a recibir las primeras cartas, que habían pasado por un solo intermediario.
Cuando el experimento acabó, más de la mitad de las cartas habían llegado: ninguna había pasado por más de doce manos, y, en promedio, los grados de separación fueron seis.

Justificación del título del post:
A este número de escalones mínimo que separan a un ser humano de otro se lo llama el número de Paul Erdos (es un matemático, que se yo... me dio fiaca averiguar qué pintaba en toda esta historia, pero intuyo que como buen chico de las ciencias duras habrá modelizado el experimento de Milgram)

Y digo yo...
Entonces, vamos a ver: esto indiscutiblemente concuerda con la frase de origen popular que reza "el mundo es un pañuelo". Es totalmente funcional con la sensación de agrado que nos causa estar en una fiesta en la que "aparentemente" no conocemos a nadie pero al iniciar una conversación con un sujeto cualquiera, no tarda en aparecer algún ser humano en común.

Me dieron muchísimas ganas de hacer mi propio experimento Milgram, pero no con cartas sino con encuestas personales o con eventos sociales de gran escala (si! lo sé! requeriría de varios cientos de miles de $$$ para semejantes veleidades... pero no importa mientras permanece en el ámbito del deseo incumplido...)

Imagínense una fiesta de mil invitados que no tienen relacion aparente entre sí, en la que la consigna es simplemente "elija una persona al azar y conversen hasta encontrar una tercera, o cuarta o quinta persona que los relacione"

A ver...una propuesta mas simple sería... qué seis personas me separan de una persona que elijo al azar de la guía telefónica, de una lista de usuarios en una lista de internet, de un individuo al que me cruzo casualmente en las vacaciones, de un actor famoso, de un criminal de alto voltaje?

Y digo más:
¿Cuántos grados me separan de Jesús?
¿Cuántos de un torturador?

Conclusión (para nada científica)
Eva... qué simpática tu tentación de la manzana...nos has desparramado a todos como negras y flacas semillitas, y la evolución misma nos empuja a vernos nuevamente como una sarta de hermanos diversos que siguen creciendo entrelazados sobre la maraña de un pequeño planeta azul...
que añorar lo que nunca jamás sucedió" dice un tema de Sabina.

Yo no lo creo del todo.
¿Añoramos lo que no tuvimos nunca? Quizás no lo añoramos sino que sufrimos su ausencia por el acicate del deseo.
heme aki añorando algo...Pero sí que conozco bien la sensación que describe...quién? cuando dice:
quiero volver a desvelarme con tus ronquidos y a poner mi mano en tu muslo mientras conduces.

Curioso espíritu humano, capaz de prescindir de lo básico, pero que se desangra en millares de imperceptibles gotitas de dolor cuando añora los detalles que pueblan de sentido nuestras vidas.

Algunas noches, algunas siestas, en ese territorio nimbado de la luz del inconsciente, mi mano izquierda reproduce el gesto de acariciar su cabello suavemente, mis labios buscan el beso sencillo y limpio del encuentro...

Lo confirmo: mi cuerpo recuerda mucho más que mi cabeza, y casi tanto como mi desarreglado corazón.

Confía

3:03 a. m. | 2 Comments

Believe!

Porque cree en milagros, los milagros empiezan a suceder.
Porque está seguro de que su pensamiento puede cambiar su vida, su vida empieza a cambiar.
Porque está convencido de que encontrará el amor, este amor aparece.

(El guerrero de la luz confía)
Autohumillación:
Cuando jugábamos a Astroboy de chiquitas, éramos cuatro nenas. Mi hermana Patricia y yo, y Alejandra y Claudia, vecinas de enfrente de mi abuela Nené.
Había tres personajes queribles en ese dibujito, a saber: Astroboy, Astrita y Estrellita.
Qué macana, nunca me tocaba ninguno de ellos en el reparto, entonces elegía "ser algo"para participar del juego. Adoraba los animales, y en función de eso mi papel era -ridículo, grotesco, a todas luces fuera de contexto- el de una oveja.
¿Una oveja? ¿En una nave espacial? Sí, señor, una oveja. Un corderito, imaginaba yo.
No me dí cuenta de lo estúpida que era la situación hasta que muchos años más tarde, al referirla en alguna sobremesa familiar, causó esas seguidillas de carcajadas que lastiman.

Autorrecuperación:
Los estertores de la última dictadura sangrienta sacudían las calles, las aulas, las plazas. Yo iba a las marchas de Madres, leía autores condenados, me identificaba con todas las luchas contra la injusticia. Me sentía "parte" de lo que estaba pasando.
Mi viejo destilaba su rabia y su descontento porque mi actitud daba un giro que indicaba inexorablemente que no lo obedecería nunca más. Ensayaba con amenazas, con ironías, con ataques verbales lisos y llanos. Me había convertido en la oveja negra de la familia, hecha y derecha. Sin matices, para confirmar el sambenito que se me había colgado desde la infancia.
Él vociferaba "¡cerebro lavado!" y yo "¡gorila!"
Él "¡idiota útil!" y yo "¡facho de mierda!"
Ah, la bella desmesura de la juventud, la omnipotencia en bruto de la juventud!

En esos luminosos días, abrí las puertitas de mis recuerdos, dejé pasar a la nena que jugaba a ser la oveja de Astroboy, le convidé galletitas, le enderecé los moños azules del cabello. La perdoné por haber sido estúpida y también escuché sus argumentos (¿quién se atreve a juzgarla por haber querido ser parte?)
Ese blanco corderito inocente había mutado en astuta y saltarina oveja negra.
Bueno, no tan saltarina.
Y bueno, tampoco tan astuta.

Aquí estoy con algunas sombras coloridas de mis amigos y amores, celebrando este nueve de marzo. Gracias mamá, por parirme valiente y hacerme sensible. Aquí, hoy, me celebro así:

SONG OF MYSELF
I celebrate myself, and sing myself,
And what I assume you shall assume,
For every atom belonging to me as good belongs to you.

toy con mis amigos y amores

Yo me celebro y yo me canto,
Y todo cuanto es mío también es tuyo,
Porque no hay un átomo de mi cuerpo que no te pertenezca.


(Traducción del caballero Borges. Es la que más me gusta)

Pues sí: soy ególatra y heme aquí regresando del territorio hostil de la fealdad. Con mis mandatos de ser buena y humilde, incumplidos a medias, y mis ganas de ser buena y de ser humildemente sabia, humildemente alegre, humildemente generosa.

Soy cumplidora: CUMPLO 42. Me tomó 42 años llegar aquí. No disfrutarlo sería un agravio al tiempo transcurrido. Brinda conmigo: Chin chin.

tómame como me doy
No escojas sólo una parte,
tómame como me doy,
entera y tal como soy,
no vayas a equivocarte
.

Pero uno ¿es realmente una persona "entera" para todos?
¿O es una parte para cada entorno, para cada situación?
Digo, sin embargo: no quieras de mí sólo la parte que te complace, la parte en la que se reflejan tus ideas o tus preferencias como en un espejo bruñido. No elijas la porción de mí que más te gusta, desdeñando el resto, pues soy lo que te satisface y soy eso que te incomoda, a un tiempo.
No creas que siempre podrás mirar mi cara amable, o mi cara amadora. No soy la luna: todas mis caras se muestran, a su debido tiempo.

En ese sentido, sí,me siento "una". Me siento entera. Me siento de una única manera. Y así, como me sale de las tripas, es como me doy a quienes creo que me debo.


Pero, eso sí. Existe una condición, una única condición:


No escojas sólo una parte,

tómame como me doy,

entera y tal como soy,

no vayas a equivocarte.

no me rompas en partecitas...soy así

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