Tangentes

10:47 p. m. | 6 Comments

Algunas personas pasan por tu vida como una aparición: llegan, están a tu lado, tocan tu presente, te dejan algo...luego...sencillamente se esfuman.
Si de algunas de esas gentes no tuviese un recuerdo compartido con otros, pensaría que los aluciné.
Nunca es predecible cuando o con quién podría pasar. Lo único que pude aprender en todo este tiempo es que esas presencias hacen su incursión tangencial porque así debe ser. Cumplen su parte, y con la simpleza de las cosas evidentes, se van.
Y lo aprendí con fiereza. Lo aprendí porque me tocó la misión de pasar por una vida como un cometa que se acerca, chispea, ilumina, genera movidas...y sabe que su elíptica carrera debe seguir en forma inexorable. Y que el período de giro hará que esas dos vidas que se rozaron, no vuelvan a hacerlo jamás.
Por ejemplo: no consigo recordar el rostro de la pareja de ancianos que retuvieron de la mano a mi hijo cuando, a los 5 años se perdió en la playa en pleno enero. Recuerdo que me sentí llena de gratitud hacia los dos, que la voz me traicionaba y apenas les habré dicho "muchas gracias" pero que pensé, por Dios, fueron ellos y no un desalmado quien detectó que Patito estaba perdido (él no pedía ayuda ni lloraba....hubiera sido presa de cualquier calamidad...)
Esa pareja, desinteresadamente, pacientemente, se portaron como unos abuelos recién adquiridos y para mí, fue un milagro. No los ví de nuevo. Si los viera...acaso los reconocería? Tal vez sí lo haga mi espíritu, que por esos quince minutos horrendos se me había soltado del cuerpo como un barrilete desesperado...

"Pan" es otra presencia que marcó mi vida. Fue el receptor atento y cariñoso de mis más contundentes cavilaciones. Se calzó la obligación de acompañarme, de pensar conmigo, de imitar mi insomnio, de soportar mis confesiones, mis idas y vueltas, mis lágrimas, mis febriles miedos.

Estaba loco y me pegó la belleza de su locura, esa que me hizo pararme frente a mí misma para decidir cuatro cosas, esa que quebró para siempre mi resignación y me pertrechó para aguantar lo que se me vino.

Él sobrevoló dos años, casi tres, dejando caer sobre mi camino, todo el tiempo, incandescencias dulces y ardientes, como gotas de un amor demasiado fuerte, que te provoca a curarte y te hiere a un tiempo. De su mano izquierda vi fluir con total claridad, por primera (y, por ahora, única) vez en la vida, una nubecita móvil de energía. Energía pura.

Me hizo estrenar emociones, cientos, tal vez miles de emociones excéntricas. Hubo una noche de cielo gigantesco con dos estrellas fugaces. Hubo un pájaro azul que habló a nuestro paso. Hubo un bolero, estratégico, casi mágico, que bailamos entre risas y miradas sorprendidas, en plena calla Lavalle. ¡Un vestido...! nadie nunca me había regalado un vestido así. Sabores. Perfumes. Lecciones escritas en la piel, que se volvía curiosamente nueva. Analogías, del color que me pidas. Un anotador que duró tres semanas y que cerró con "Uno se convierte en lo que ama", frase que, por cierto, en ese momento no alcancé a entender.
Se subió al avión con la promesa del retorno floreciendo en su mirada. Pero yo supe,
presagio maldito, que no sería así, que la misión se había cumplido. Me sentí presa de una sorda desesperanza, una punzada justo debajo del esternón, la presoledad, que anuncia negros amaneceres. Como un último regalo -porque, ahora estoy segura, él también supo que no volvería- tomó mis manos, hizo un gesto, su truco: me pasó una dosis de esa energía, como una descarga, que en pocos minutos -inexplicablemente- me sumió en un estado de aceptación y paz.

Se fue para siempre y también se quedó para siempre, más borrosa la imagen, más enraizadas las palabras y las lecciones aprendidas. Hoy, pero muy de cuando en cuando, un mail trae su nombre a mi bandeja de entrada: pero él es otra persona, y yo, claro está, también soy otra. Heráclito no lo hubiese representado mejor que nosotros dos.

Por un buen tiempo quise explicarme qué rayos había pasado. Qué salió mal, qué salió bien, que ecuación estaba mal redactada para un resultado tan desconcertante, tan imposible de describir a los demás.

Como a Pan le gustaban muchísimo las matemáticas y los números primos y el mejoramiento de la criba de Eratóstenes (no me pregunten qué es...JAMAS se lo entendí...jaja) se me ocurrió usar la imagen de una tangente para explicarlo: una recta, una flecha, un enviado, que toca en un punto una curva. Luego ambas partes siguen su camino. Aunque ya nada será igual. A estas personas las llamo mis tangentes. Como han sido tangentes, tan - gentes, y tangibles, es que creo que son reales.
Viajero: si se te llama a ser la línea recta, si es tu misión enseñar, ayudar, contener, no rechaces el trabajo. Si te corresponde ser la línea curvándose bajo el peso de una vida, y una tangente echa una bocanada de aire fresco,no te resistas por temor. Es así como se trenzan las vidas de todos. Merécete tu parte.

6 comentaron esto...:

Anónimo dijo...

¡¡Qué bonitooooooooooooooo!!

Flacus dijo...

Ya iba a empezar con "La criba de Eratóstenes es"... pero de repente me asaltó una duda...

Habré sido tangente (en el sentido que Ud. expresa) de alguien?

Asi que le debo la explicación: hay unos cuántos fantasmas con los que tengo que hablar, ahora, antes de dormir.

verarex dijo...

Flacus:
es más fácil reconocer a quienes han sido tangentes en nuestra vida.

Si yo lo fui para otros...algunas veces no lo noté hasta que me lo dijeron claramente.

Suerte con los fantasmas. ;)

verarex dijo...

Ah
Y explique la criba de Eratóstenes en su blog.
Quién le dice, la entiendo.
Jajaja...Salut!

Flacus dijo...

Usted sabe que soy mas fácil que la tabla del 2...

Ya le dejé algo en mi blog, sobre don Eratóstenes y los números primos.

Cuénteme, cuando tenga un rato, qué le pareció.

verarex dijo...

Bueno, amigo, mil gracias y si! la entendi.

Pero! mire...la criba de Eratostenes la entiendo... lo que JAMAS entendi fue una cosa que estaba estudiando Pan, a la que llamaba "mejoramiento de la Criba de Eratóstenes".
Como se mejora una idea sencillamente genial? No lo sé, pero de ese hombre se podían esperar cosas bien insólitas.
Cosas como coincidencias estrafalarias, más parecidas a la magia...que en determinado punto simplemente me dediqué a aceptar (era eso, o la locura)

Por otro lado, ya no sé si curiosamente o no, en el libro que terminé de leer ayer, de pronto, en medio del relato de terror, los personajes se ponen a hablar de una clave numérica, y uno dice que hay una manera de cazar los números con una red, una red que se llama... la red (la criba) de Eratóstenes!!!
jaja!!

El libro corta su transmisión lineal y mecha un diseño en forma de rombo con los numeros del 1 al 100. Luego, para descifrar el código necesario, EXPLICAN la forma de hallar todos los numeros primos menores que 100.

Naaaaaaaaaaa.... demasiado
Too much!

Y yo que odiaba las mates...
jajajaja

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