¿Dónde vive la consciencia? ¿Qué sutil instante, qué discreto clic es el que marca el inicio de la vida consciente? ¿Qué fatal muesca en las tablillas de Madame La Mort indica su final irreversible? La delgada línea -roja, o violeta o índigo- que separa consciencia de inconsciencia es una señal débil y huidiza, como una vaga reminiscencia de humo.
Temas intrincados y espinosos, donde se mezclan la filosofía y las ciencias duras, las preguntas atinadas y las vacilaciones emotivas. Hace tiempo largo que me persiguen esas dudas jugosas, y cuanto más averiguo, más me resta por saber...
Miren, hace años, cuando Internet empezaba a ser una linda fábula sobre la comunicación, encaré este trabajo con un grupo de chicos de séptimo grado, que se llamó, pomposamente "El cerebro, los sueños y a locura"
Recuerdo que hubo dispares repercusiones dobre el tema elegido.

En lo que a mí respecta, fue un momento fundacional e irreversible. No pude dejar de interesarme en el tema, como simple curiosa. Y me pasa hoy día algo inquietante, cuando leo ciertas hipótesis que tocan el tema "mente / cerebro / vida consciente", que es la sensación de familiaridad con ciertos discursos de las neurociencias o de la filogenética.

Confieso que largar en la sobremesa de un asado una frase taxativa como "Bueh!! Total que el cerebro no tiene sensibilidad propia y cortarlo no genera dolor" como colofón al diálogo en torno a las trepanaciones de cráneo de los cirujanos aztecas me suele dejar posicionada como una sabihonda o una mentirosa (y no encajo en ninguna de las dos clases)
Pero...¿qué le voy a hacer? ¿Cómo evitarlo? Lo he aprendido en alguna parte, algo me asegura que es así...!

Les expliqué a mis propios hijos en incontables ocasiones, los fundamentos que sirven para explicar que un animalito que convive con nosotros (por ejemplo, nuestra gata Mili) es también una persona. No humana, es claro. Pero sí persona.

Hemos charlado acerca del extraño proceso de la circunstanciación, esa operación que determinaría que las experiencias que se asomaron a suceder en mi cerebro hace más de 43 años, hicieron que mi mente fuera mi mente en este cuerpo y no en otro cualquiera. (sí! cualquiera!). Hipótesis que sostienen que las mentes, los psiquismos, son globos que estallan y se van conformando según su circunstancia (tiempo y lugar, principalmente).
Que son eclosiones, no procesos. Que siempre pasa eso ya sea que se encuentren circunstanciados al cuerpo de una “víbora ciega” taladrando sus subterráneos, o bien al cuerpo de quien lee ahora estas líneas.

Lleva un tiempo considerable asumir estas ideas, y se constituyen en vastísimos temas de debate. Y no se cierran jamás. Y aparecen nuevas y renovadas justificaciones para reabrir la polémica, amable o encarnizada, acerca de la consciencia y la mente.

Uf...:! y cómo agobia a veces esa cordura irrenunciable... Y cómo aguijonean las ganas de no saber, de no desear saber... Maldita consciencia.

4 comentaron esto...:

Flacus dijo...

Dice mi esposa, que es médica neuróloga, que efectivamente el cerebro en sí "no duele".

Me lo explicaba durante la escena final de la película "Hannibal" (suficientemente asquerosa como para no comentarla aquí).

Ella está haciendo un master en Neurosicología, y resulta que estuve ayudándola en unas cuantas traducciones. La cantidad de información técnica es apabullante y, le aseguro, no he podido mas que raspar la pintura de la superficie !! (me ha recomendado un libro, que todavía no leí, que se llama "El error de Descartes", de Antonio Damaso. Le paso el dato, porque dice que es, además de excelente, marcador de tendencias actuales).

Personalmente creo que hay ciertos niveles de conciencia en los animales. De hecho, mi perra Cleo tiene conciencia de sí misma y está segura (creo que con justicia) que supera intelectualmente a nosotros cuatro en casa.

verarex dijo...

Tomo nota del libro... y me lo veo venir, y ya estoy con ganas de darme una vuelta por la calle corrientes a ver si me lo topo.

Filosoficamente no se puede objetar la duda metódica de Descartes, pero filogenéticamente tal vez sí.
Tal vez el "Cogito, ergo, sum" sea para las mentes humanas un pelin diferente.
Existo...y algo se pone a pensar sobre ese existente, ese cerebro, esas cargas dinámicas en movimiento.
Existo, y porque existo soy consciente,y porque existo, pienso.

Me gustó lo de Cleo
Jajajajaja

Flacus dijo...

Otra vez yo...

Escribí una entrada en mi blog sobre fractales, a la que agregué una reflexión final sobre la conciencia.

Si no le molesta, y tiene unos minutos, dese una vueltita y me cuenta.

Anónimo dijo...

¡que hermoso felino!

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