Juan Ramón Jiménez escribió uno que se rezaba:

“¡No la toques ya mas,
que así es la rosa!”

Por ahí recuerdo uno que cita mi hermano :

“Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí”

Un poema demasiado breve es una trampa. No puede ser emocionante, a menos que diga exactamente la frase que uno hubiese deseado pensar o decir en determinada circunstancia.
No puede ser explícito, pues ya no sería demasiado breve.
Creo, entonces, que no puede ser bonito.

Y si un poema no es bonito ¿a qué escribirlo? ¿Para reírse de los lectores, tal vez?
Para causar esa sensación irritante que causan las mannequins de huesos enfermos y caras agrias, haciéndonos creer que son “lindas” con ese aspecto de enojosas, despeinadas, débiles, serias? ¡Por favor!

Señores poetas: no escriban cosas tan cortitas. No me gustan. ¿A ustedes sí?
Si van a decir algo muy breve, que sea muy clásico, como “te amo” o “ya no te amo”
Esas sí son palabras.
Y las demás que aprendan.

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