Él siempre lo consigue: escribe algo que me conmueve
y me pone en marcha. Dice las cosas dificiles con frases
simples y las cosas simples con palabras impecables.
Llegó a mi correo, era un comment para el post de
Rubén Darío. Ese poema que Juan -Chile- recitaba de
memoria y con tono solemne, en una larga noche de
insomnio, previa a un parcial (¿o era un final?) Sé que no se
estila, pero aquí va el mensaje, posteado, lo comparto.
Gracias Chile, por estar ahí.


Querida Vera:
Como siempre llego tarde a todos los sucesos.
Demasiado chico para la revolución(cuando ella se mezclaba con mis juegos infantiles, cuando todo Santiago bullía de ganas de cambio, cuando la famosa lucha de clases distaba de ser una frase célebre), demasiado joven para el exilio( el exilio te lleva a envejecer demasiado rápido); así, cuando me conociste, tenía varios pelos más, pero era mucho más viejo de lo que nunca seré.
Hoy llego tarde a tu dolor, me aflige no haber estado allí para el instante exacto de tu estupor, para el instante certero en que tu corazón se sintió de piedra.
Solo te repito amiga porque sé, por experiencia, que lo que dices es verdad, pero sé también que mañana( qué tiempo enorme es mañana ¿no?) tu corazón volverá a ser tu corazón y no el de Darío, acobardado como todos por el dolor,por la pérdida de la juventud, por el miedo a la muerte pero, por sobre todo, por miedo al amor; el amor que congrega todas las dichas y todas las esperanzas pero que cuando muere ( más que cuando solo falta), congrega tras de sí todo el dolor y esas ganas absurdas pero verdaderas de preferir antes la muerte que ver a tu amor partir.
Ahora llego tarde a tu blog, porque tu viejo amigo siempre está con esa riña fascinada con la tecnología y sabe que este correo tiene más forma de respuesta a tu blog que otra cosa. Perdoname también esta tardanza, ya pronto me pondré al día con la tecnología pero sobre todo con estar allí al alcance del dolor de mi amiga.
Pensando en ti me puse a escuchar esos viejos temas del joven Silvio ( qué bien envejecen Óleo, Ojalá y otras tantas), qué bien dicen las cosas que a todos nos siguen pasando.

Un abrazo enorme querida.

Tu clásico, o simplemente antiguo, amigo Chile.

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