El vocablo resiliencia tiene su origen en el idioma latín, en el término resilio que significa volver atrás, o volver de un salto, algo así como rebotar o volver a donde se estaba previamente.
Se usa resiliencia en las ciencias sociales para caracterizar aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos.

Pero también se utiliza “resiliencia” (en especial en el campo de la ingeniería) para describir la capacidad de un material de recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora o la propiedad que tiene una pieza mecánica para doblarse bajo una carga y volver a su posición original cuando ésta ya no actúa.

Para la psicología actual, resiliencia es la capacidad humana universal para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas o incluso ser transformado por ellas.
Se habla de personalidades resilientes en los casos de personas que han sufrido procesos muy angustiantes y desequilibradotes en sus vidas, y sin embargo, los han superado bien.

Me enteré de la idea de la resiliencia cuando navegaba en un abismo de dudas y desazones. El dolor de ver sufrir a un hijo no tiene definiciones. Ese dolor personal (intransferible, lacerante, profundo) me impulsaba a buscar respuestas a mis preguntas. Igualmente, las débiles luces de la mejoría me hacían presagiar una salida de esa situación insoportable.

Así me encontré con la idea de resiliencia. Mi hija es, sin dudas, una personalidad resiliente. Una sobreviviente exitosa y bien plantada. En inglés sería un ejemplo de “hardy personality”.
Estas personalidades tienen rasgos como el sentido del compromiso, del desafío y la oportunidad, y se manifiestan en ocasiones difíciles
Se suele decir que esta capacidad (“hardiness”) tiene una fuerza importante en la comprensión subjetiva que las personas dan a los acontecimientos de su vida. Es decir: como se explican lo que les ha pasado, y qué motivos o causas les asignan.
¿Cómo no recordar algunas frases explicativas de mi niña…? Ella me traía a la tierra, me ponía a pensar de nuevo, me daba el empujoncito en la espalda para recomenzar, cada día, tercamente, empecinadamente, la reconstrucción.

Se habla de la resiliencia de niños y adolescentes en ambientes extremadamente hostiles, situaciones de violencia, pobreza, deprivación…historias terribles e inhumanas. Pero es igual de violento el desamor, aunque se trate de personas que “materialmente” lo tienen todo.

Ahora me viene a la mente la escena de la peli “Cadena de favores” (sí, bueno, estoy de vacaciones…! Miro tele! Leo libros”! esas cosas…) en la que el profesor de Sociales, inspirador de una tarea que desencadena curiosas reacciones de ayuda entre las personas involucradas, habla con la madre del niño (Trevor, protagonista de la historia). Le cuenta su propia experiencia traumática con un padre golpeador y desquiciado, que desembocó en una fatal golpiza, para luego rociarlo con nafta y encender el fósforo con enferma crueldad y satisfacción. Las marcas –externas- de esa acción eran unas horribles y permanentes quemaduras.
La madre del chico, visiblemente conmovida y horrorizada por el relato, trata de atenuar el golpe diciendo que el padre de Trevor jamás llegaría a eso.
Entonces el maestro, más sabio y más “resiliente”, le responde: “No hace falta que lo lastime. Bastará con no amarlo”

Ay…si entendieran eso tan simple los que lastiman de esa manera…

Mientras iba aprendiendo esto, claro que yo también me ví a mi misma como una resiliente: una que lucha y sobrevive, y canta y ríe. Para mí fue salvadora la noticia de que los más sabios son también los más sonrientes.

Hay autores (muy serios ellos, no unos bloggeros desvelados…sino muy serios, che) que señalan la importancia que tiene en el desarrollo de la resiliencia el sentido del humor.

Poder reírse en situaciones atroces causa una incómoda situación que mezcla el horror, la reprobación y la atracción. (¿Ustedes no sienten la irresistible tentación de reírse en un velorio? ¿En medio de un suceso traumático como un choque o una caída? Vamos…)

Bueno, pues si los niños utilizan el humor para enfrentar el estrés, la ansiedad y la culpa, y les resulta saludable y efectivo…por qué no sumar buen humor a muchos más instantes de la vida? El buen humor y el juego (juego: jugueteo, diversión, variación), para mí son dos aliados indispensables.


Hardiness. Happiness. Felicidad.
La rueda gira siempre buscando la misma dirección.

3 comentaron esto...:

Diego dijo...

Qué buen concepto.. voy a investigarlo un poco más.

verarex dijo...

Benvingut, Don Quixote!!
Investigue, dele... Estamos en esta rueda de tiempo para aprender y transmitir.
Salut

Anónimo dijo...

I didn't understand the concluding part of your article, could you please explain it more?

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