El viernes pasado me compré (y el domingo terminé de leerlo...ay!) el último libro de Daniel Pennac, que se llama en español "Mal de escuela"
Lo compré porque era de Pennac, no porque hablase de escuelas (al mismo tiempo compré otros tres de la más diversa calaña...para compensar...jaja)
Chagrin d´ecole no sé si es exactamente "mal de escuela". Chagrin se parece más a "malestar" o "disconformidad" o "disgusto"
Un libro dedicado a los alumnos que la escuela considera un fracaso: los malos alumnos, los que no entienden nada, los que repiten de año, los que están sentados en la clase pero nunca "están" allí.
Daniel Pennac habla en primera persona, mezclando su exquisito manejo de la gramática (francesa!) con las anécdotas familiares totalmente creíbles o los minúsculos microcapítulos del libro (de menos de una carilla) donde se permite agregar una simple aclaración.
El señor Pennac era un mal alumno, un adoquín, un zoquete (como traducen al español su francesísimo "cancre") y nos cuenta su dolor y el padecimiento del mal alumno en el engranaje impoluto de un sistema planificado sólo para el éxito.
En su libro habla de su pasado de "cancre", de la desesperación familiar por su ineptitud, de los cuatro profesores que "le salvaron la vida" (¡qué inspiradores esos cuatro colegas!) del amor que lo lanzó hacia la posibilidad de la confianza y el éxito, de su preocupación luego, como profe, por esos alumnos "especiales", "duros", "zoquetes".
Habla con fe de sus métodos eclécticamente no convencionales, de los alumnos que lo reconocen por la calle, en bares, en aeropuertos, en librerías... Es vivificante leer su metamorfosis.
Habla, en cambio, con cinismo o tristeza confesa, de la Escuela de la República. Esa escuela pública, gratuita, académicamente rica y democratizadora que Francia levantaba como estandarte en Mayo de 1968.
Al respecto, Pennac dice:
"Mayo del 68 era un movimiento anticonsumista, pero cuando sus efectos fueron desvaneciéndose y la sociedad francesa adoptó formas más liberales, entonces irrumpió el consumo de masas también en la escuela. Los niños y los padres pasaron a ser clientes y consumidores. Y la escuela no tiene nada que vender. Imparte saber, transmite conocimiento, algo que es necesario pero que raramente se desea. Hoy muchos chicos parecen un escaparate al servicio de diversas marcas. Los que tienen libertad de espíritu respecto a esa clientelización de la enseñanza son los que saben resistir mejor los espejismos del consumo".
En el libro dedica un capítulo entero a hablar del discurso del marketing que travestido de nuevos lenguajes empuja, impregna, provoca y juega sucio para colonizar sin objeciones los -magros- tiempos de la escuela. "La escuela tiene que abrirse a la publicidad, pues esta terminará siendo un tipo de información, materia prima de la instrucción" Pennac escucha esa frase en un programa radial que aboga por liberar a los niños del "guetto escolar" (qué amables, qué modernos, qué buena suerte que están los marketineros para decirnos a los maestros que somos unos parias del sistema...)
Y no se trata del lamento borincano de un viejo profesor despotricando por lo mal que hablan los chicos, producto de escribir sms en código, o porque se han perdido las buenas costumbres de los viejos tiempos... diría que Pennac está justo en la vereda de enfrente de ese modelo. Bueno, yo también. No me espantan los adolescentes vagos para leer y diestros en los videojuegos, pero tampoco creo que son el prototipo de una nueva inteligencia.
Son, por el contrario, víctimas del chagrin d´ecole. Resignados o peleadores, son los pibes que bostezan con descaro o te miran con unos ojos que no dejan resquicio de duda: no te miran, no te oyen, no entienden un pepino de lo que estás hablando, "te dejan la cara y se van". Se aburren, se vacían, sufren el mal de escuela, pero sus profes también lo sufren.
Lo malo es que los profes se han olvidado
Se han olvidado de que un día ellos tampoco sabían.
No sabían cómo se reconoce un objeto indirecto, no sabían en qué año nació Kepler, no sabían qué función tenían los estrógenos (no, profes de ciencias, en serio, hubo un tiempo en que NO lo sabían!) y así...hasta el infinito.
El mal alumno, o el que está en la luna, o el que no avanza, o aquel que manifiesta o silentemente expresa que nuestra materia o especialidad le importa un rábano porque no tiene nada que aportar a su vida.... ese debería ser nuestro alumno ideal.
Así lo entiende también Daniel Pennac, que se queja de que los profesores han perdido el sentido de la ignorancia.
Me hizo acordar a un brillante consejo de Seymour Papert, que aconsejaba a quien enseñara a usar la computadora a otro ponerse en cuclillas a su lado. A su altura, mirando juntos la pantalla. No tomes el teclado por él, no le quites el mouse y lo hagas: sólo baja desde tu altura (en mi caso, el pedido es casi chistoso) y ubicate a la par. Y mientras lo haces, mira el problema cómo lo hubieras mirado cuando aún no sabías.
En síntesis, a medida que iba leyendo la transformación del "zoquete" Daniel Pennachioni en el profesor y literato Daniel Pennac, se me fueron apareciendo en frescas hileras de recuerdos algunos profesores y maestros que servirían de ejemplo para ambos extremos del péndulo. Tuve suerte: me acordé antes de los buenos que de los malos.
También el recuerdo de compañeras y compañeros de estudio estigmatizados como "malos alumnos". Me pregunto qué será de ellos hoy (mmm... deberé bucear en Facebook...jaja)
Un gusto precioso este libro. No le doy 5 estrellas porque sería un insulto al mal alumno que lo ha escrito. Le doy 4, pero las cuatro mejores, las cuatro que quiera, las cuatro que le marquen el norte dondequiera que esté.
Y unos links:
Aquí, una entrevista a Daniel Pennac acerca de este libro.
Una carta de Rimbaud a su maestro Izambard, devenido pronto en su mentor literario.
Otra entrevista, a Jacques Ranciere, filósofo marxista que rescató la figura de Jacotot, en su libro "El maestro ignorante"
Lo compré porque era de Pennac, no porque hablase de escuelas (al mismo tiempo compré otros tres de la más diversa calaña...para compensar...jaja)
Chagrin d´ecole no sé si es exactamente "mal de escuela". Chagrin se parece más a "malestar" o "disconformidad" o "disgusto"
Un libro dedicado a los alumnos que la escuela considera un fracaso: los malos alumnos, los que no entienden nada, los que repiten de año, los que están sentados en la clase pero nunca "están" allí.
Daniel Pennac habla en primera persona, mezclando su exquisito manejo de la gramática (francesa!) con las anécdotas familiares totalmente creíbles o los minúsculos microcapítulos del libro (de menos de una carilla) donde se permite agregar una simple aclaración.
El señor Pennac era un mal alumno, un adoquín, un zoquete (como traducen al español su francesísimo "cancre") y nos cuenta su dolor y el padecimiento del mal alumno en el engranaje impoluto de un sistema planificado sólo para el éxito.
En su libro habla de su pasado de "cancre", de la desesperación familiar por su ineptitud, de los cuatro profesores que "le salvaron la vida" (¡qué inspiradores esos cuatro colegas!) del amor que lo lanzó hacia la posibilidad de la confianza y el éxito, de su preocupación luego, como profe, por esos alumnos "especiales", "duros", "zoquetes".
Habla con fe de sus métodos eclécticamente no convencionales, de los alumnos que lo reconocen por la calle, en bares, en aeropuertos, en librerías... Es vivificante leer su metamorfosis.
Habla, en cambio, con cinismo o tristeza confesa, de la Escuela de la República. Esa escuela pública, gratuita, académicamente rica y democratizadora que Francia levantaba como estandarte en Mayo de 1968.
Al respecto, Pennac dice:
"Mayo del 68 era un movimiento anticonsumista, pero cuando sus efectos fueron desvaneciéndose y la sociedad francesa adoptó formas más liberales, entonces irrumpió el consumo de masas también en la escuela. Los niños y los padres pasaron a ser clientes y consumidores. Y la escuela no tiene nada que vender. Imparte saber, transmite conocimiento, algo que es necesario pero que raramente se desea. Hoy muchos chicos parecen un escaparate al servicio de diversas marcas. Los que tienen libertad de espíritu respecto a esa clientelización de la enseñanza son los que saben resistir mejor los espejismos del consumo".
En el libro dedica un capítulo entero a hablar del discurso del marketing que travestido de nuevos lenguajes empuja, impregna, provoca y juega sucio para colonizar sin objeciones los -magros- tiempos de la escuela. "La escuela tiene que abrirse a la publicidad, pues esta terminará siendo un tipo de información, materia prima de la instrucción" Pennac escucha esa frase en un programa radial que aboga por liberar a los niños del "guetto escolar" (qué amables, qué modernos, qué buena suerte que están los marketineros para decirnos a los maestros que somos unos parias del sistema...)
Y no se trata del lamento borincano de un viejo profesor despotricando por lo mal que hablan los chicos, producto de escribir sms en código, o porque se han perdido las buenas costumbres de los viejos tiempos... diría que Pennac está justo en la vereda de enfrente de ese modelo. Bueno, yo también. No me espantan los adolescentes vagos para leer y diestros en los videojuegos, pero tampoco creo que son el prototipo de una nueva inteligencia.
Son, por el contrario, víctimas del chagrin d´ecole. Resignados o peleadores, son los pibes que bostezan con descaro o te miran con unos ojos que no dejan resquicio de duda: no te miran, no te oyen, no entienden un pepino de lo que estás hablando, "te dejan la cara y se van". Se aburren, se vacían, sufren el mal de escuela, pero sus profes también lo sufren.
Lo malo es que los profes se han olvidado
Se han olvidado de que un día ellos tampoco sabían.
No sabían cómo se reconoce un objeto indirecto, no sabían en qué año nació Kepler, no sabían qué función tenían los estrógenos (no, profes de ciencias, en serio, hubo un tiempo en que NO lo sabían!) y así...hasta el infinito.
El mal alumno, o el que está en la luna, o el que no avanza, o aquel que manifiesta o silentemente expresa que nuestra materia o especialidad le importa un rábano porque no tiene nada que aportar a su vida.... ese debería ser nuestro alumno ideal.
Así lo entiende también Daniel Pennac, que se queja de que los profesores han perdido el sentido de la ignorancia.
Me hizo acordar a un brillante consejo de Seymour Papert, que aconsejaba a quien enseñara a usar la computadora a otro ponerse en cuclillas a su lado. A su altura, mirando juntos la pantalla. No tomes el teclado por él, no le quites el mouse y lo hagas: sólo baja desde tu altura (en mi caso, el pedido es casi chistoso) y ubicate a la par. Y mientras lo haces, mira el problema cómo lo hubieras mirado cuando aún no sabías.
En síntesis, a medida que iba leyendo la transformación del "zoquete" Daniel Pennachioni en el profesor y literato Daniel Pennac, se me fueron apareciendo en frescas hileras de recuerdos algunos profesores y maestros que servirían de ejemplo para ambos extremos del péndulo. Tuve suerte: me acordé antes de los buenos que de los malos.
También el recuerdo de compañeras y compañeros de estudio estigmatizados como "malos alumnos". Me pregunto qué será de ellos hoy (mmm... deberé bucear en Facebook...jaja)
Un gusto precioso este libro. No le doy 5 estrellas porque sería un insulto al mal alumno que lo ha escrito. Le doy 4, pero las cuatro mejores, las cuatro que quiera, las cuatro que le marquen el norte dondequiera que esté.
Y unos links:
Aquí, una entrevista a Daniel Pennac acerca de este libro.
Una carta de Rimbaud a su maestro Izambard, devenido pronto en su mentor literario.
Otra entrevista, a Jacques Ranciere, filósofo marxista que rescató la figura de Jacotot, en su libro "El maestro ignorante"
8 comentaron esto...:
Qué interesante!. Hace algunos años organizamos en una escuela de Mina Clavero unas jornadas con un título similar (el malestar en la escuela), pero orientado a los docentes (http://traslasierramix.com.ar/escuela-thc/index.htm).
En este enlace hay una de las ponencias, de Alicia Le Fur: http://traslasierramix.com.ar/escuela-thc/actividades/downloading/SujSubjEticayTrabajo.doc.
Gracias por los enlaces. El de Rancière lo conocía. Su libro debiera se material de cabecera para todos los profes!
Iré a darme una vuelta por esas páginas...
El libro de J. Ranciere se está re-descubriendo.
Lamentablemente, el sistema es una trituradora,....asi que vaya a saber qué efecto tiene que se haga más conocido.
¿Sabías que el anteaño pasado el min de Educacion de la Pcia de Buenos Aires distribuyó entre los materiales de lectura que llegaron a las escuelas secundarias y a los terciarios un buen fragmento del libro de Ranciere, con sugerencias de lectura y análisis incluso?
Pero bueno...también se distribuyen panfletos a favor de la ecología, hechos en papel ilustración... y nunca se reciclan....
Mientras tanto: a seguir, a seguir, a seguir...
Saludos, Daniel
Yo lo descubrí, creo que no casualmente, hace poco. Acabo de scanear un capítulo entero para ponerlo de material en un curso que estoy armando sobre Diseñar objetos de aprendizaje.
Te digo que si el post tuyo me conmovió, la nota de El País me desarmó. Me puso en primer plano que me debo un post sobre una historia con un pibe de Villa Cura Brochero, al que creo que "toqué" como lo tocaron a Pennac. Es algo que me conmueve profundamente y me da trabajo poner como un relato organizado. Pero bueno, creo que ese sólo hecho me justifica como docente.
Ya daré cuentas.
saludos
Quiero leer el libro ya!!!
Gracias por compartir tus lecturas. Tengo una cátedra de problemas de aprendizaje e intento abordar desde este lugar...revisando los marcos institucionales en la problemática, es dificil recontextualiar el problema, cambiar el foco de la mirada.
Es cierto DAniel K., en la lectura de tus post siempre de alguna manera referís a "tus pibes de Villa Cura Brochero" y a tu compromiso con ellos, pensé que estaba el relato...
Una alegría leerte... Con Vera sigo aprendiendo en una instancia de capacitación del INFD.
Un abrazo
Qué alegría el encuentro, Ciria! La verdad es que el libro es conmovedor. En particular encuentro mucha sintonía entre el libro de Pennac y un trabajo de Francoise Doltó, que está dentro del libro "La Causa ded los Niños" y que se llama "La escuela a toda hora y a la carta" y que tengo publicado en el Centro de Recursos.
Ambos parecen señalar lo mismo: Más adulto, más oreja, más contención amorosa, más abrazo (físico y simbólico) para aumentar el espesor de la experiencia educativa...
Un abrazo enorme Ciria! y gracias Vera por prestarnos este pedacito de tu casa para encontrarnos.
danielk
Más abrazo físico y simbólico!! que bella expresión!Gracias a Daniel y a Ciria (que nombre, madre mía, despues de ese bautismo no puede menos que ILUMINAR...) por visitar mi remanso virtual...
Vuelvan cuando gusten!!
Este texto me hace sentir que no estoy sola,que somos muchos en el mundo que nos preocupamos por "esos" chicos,que son los que de verdad nos necesitan.Gracias!!
Asi es Marce!! nunca olvidar a los que nos enseñan MAS sobre el enseñar... los que mas nos cuestan, mas nos dejan como aprendizaje!
Publicar un comentario