Y para colmo de males, lo repetía "No hay amor más grande que dar la vida por los amigos"
Nunca voy a llegar a ese nivel de heroísmo y desapego, me decía.
Con esa exigencia, jamás llegaré a sentirme tampoco bienamada.
Entonces, alguien me explicó.
Me dijo : "Sabés qué es tu vida? Tu vida es esto" Y señaló su reloj de pulsera. "Tu vida son estos segundos, estos minutos que pasan. Tu vida, la vida de todos, se compone de cientos y miles de MOMENTOS enlazados unos con otros. El tiempo que le dedicás a los otros...eso es DAR LA VIDA"
Ezequiel acababa de poner en perspectiva todo un modus operandi que yo venía puliendo con delectación de artesano.
Charlar con un anciano. Atarle los cordones a una nena. Preguntarle el nombre al mozo para humanizar ese breve momento de comunicación. Estar al lado de un amigo que sufre. Estar ahí, simplemente, por si necesita escucha. Esperar en el chat a que se conecte alguien, con quien queremos compartir algo de Vida...
Siempre recuerdo ese gesto de Ezequiel: "Tu vida es el reloj"
Comprendí también que es imposible dar la vida sin recibirla al mismo tiempo. Que irradiar Amor es como la metáfora que usan algunos de la fuente de agua fresca: más agua sacas de un pozo y más y más se llenará.
Y entonces, Flaco, era así nomás la cosa. Porque no todos somos llamados a entregar el aliento en un rojo martirio de inmolación. Pero sí todos somos capaces de hacernos más llevadera la existencia prodigándonos unos a otros tiempos de amistad.
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