Hola, señora mamá
Aquí nuevamente con usted, para acercarle una caterva de consejos imposibles de seguir.
Pero no importa, todos lo hacen, predican lo que no cumplen, después del "haz lo que yo digo, más no lo que yo hago" evangélico, cualquier pelandrún se siente con derecho a impartir lecciones de moralidad.
Así que hoy, señora mamá, le quiero hablar de las vacunas. Ay...si si si: las vacunas! Esas cositas pinchudas que nos libran de todo mal, que nos evitan morir como convulsos de tos ferina, que nos guardan de las caras deformes de la parotiditis, que nos evitan echar espuma por la boca, como perros hidrofóbicos.

Y hay vacunas de todas las calañas:

  • vacunas para pobres, (esas las tienen casi todos, porque te obligan en el hospital, y bueno, ya que nació otro crío, al menos que le pongan algo que le aliviane la vida a la que llega
  • vacunas para ricos (esas que se pagan en cuatro cuotas y cada año te enterás de que te cubrían sólo la versión C-31 de la citada peste....ahora van cuatro cuotas más para protegerse de la cepa C-32... la puta, parecen marcas de celulares las enfermedades modernas!!
  • vacunas para mascotas (más baratas, más espaciadas, gracias a Dios...)
  • vacunas para viejos (antes los viejos de 80 se morían de gripe o pulmonía sin decir agua va... ahora se vacunan los pobres, y así tiran... otro invierno de soledady hastío...)
  • vacunas para viajeros (esas son dolorosas pero suelen ser muy top: "me vacuné porque tuve que visitar la zona de las pirámides, viste?")

Ahora mire usted, señora mamá. No existen las vacunas que protejan a nuestros hijos de los peores males. Nadie inventó la vacuna contra el abuso, contra la explotación infantil, contra la ignorancia premeditada. No hay vacuna contra la pedofilia. Ni tampoco remedio para las bestias que la padecen y desparraman...

Yo creo, mire, qué quiere que le diga, señora mamá... creo que ya es buen tiempo de agarrar la manija de la superindustria vacunocéntrica y empezar a generar algunas vacunas nuevas que valgan la pena. O valgan la alegría. Sí, mejor.


Mientras tanto, como siempre! va la lista de remedios caseros:

  • Vacune a sus hijos contra la mediocridad: aléjelos del masaje electrónico de la tv (¿qué? acaso no leyó nada sobre la plasticidad del cerebro?) al menos unas horas por día y enfrásquese con ellos en diálogos absurdos. No se preocupe, señora mamá: no se volverán locos y mucho menos absurdos ellos mismo. Usted pruebe. Pruebe y sostenga.

  • Vacune a sus hijos contra la hipocresía: déles la oportunidad de ver que usted le dice lo mismo sobre un tema controvertido, a dos personas diferentes, el mismo día.

  • Vacune a sus hijos contra la infancia fingida: no los trate como a idiotitas, aunque sean peques. No durará más tiempo su infancia (la de ellos) ni su juventud (la de usted) por tener en casa un papanatas de 5 años que habla como bebé. Ibidem: cuando crezcan un poco, no pretenda que sigan creyendo en el ratón Perez o papá Noel solo por darle el gusto a usted. Permítales creer, y también permítales dejar de creer.

  • Vacune a sus hijos contra la violencia: simplemente no les pegue jamás. No ejerza violencia física sobre ellos jamás. No hace falta para nada. No, para nada. Y punto.

  • Vacune a sus hijos contra la rutina: muéstreles que algunas cosas se pueden hacer, a veces, de maneras innovadoras.

  • Vacune a sus hijos contra la vulgaridad: habléles con palabras sustitutas. Eso es! con sinónimos! Úselos ud misma con confianza y fluidez, de manera que se sientan cómodos de hablar con términos comprensibles -aunque no sean tan usuales-, y no se vean como unos frikis culturosos.

  • Vacune a sus hijos contra la tristeza y la desidia: trabaje con ellos sobre el valor de las pequeñas ventajas de leer, conversar, usar Internet, oir música, saber juegos, historias, poseer ingenio... Haga que se sientan dichosos por lo que tienen, y capaces de progresar o alcanzar mejores metas si se siguen esforzando.

En fin... la lista podría convertirse en una sucesión in eternum de buenos reemplazos de las vacunas que aun faltan. Seguro, alguna de estas, fallará en sus resultados, o tendrá alguna que otra consecuencia emergente no deseada. Anótela, por favor,señora mamá, en la lista de efectos colaterales, y pase después por caja que le devolvemos el tiempo invertido.

Pero, mientras tanto, mientras la vida sigue a toda marcha, mientras los chicos se vuelven gigantes en miniatura, podemos ir probando, señora mamá, como hemos hecho forever y sin permiso: medicina de entrecasa, que le dicen, remedios para todos los males.


Vacune a sus hijos, señora mamá.

Es un mensaje del Futuro Inmediato, para su total satisfacción.

2 comentaron esto...:

Anónimo dijo...

Y ya que estamos, parafraseando a Sabina "si lo que quieres es vivir 100 años, vacúnate contra el azar!"

verarex dijo...

Y si quiero vivir BIEN los cien años?
Maldito Sabina, ha escrito demasiadas frases venturosas!

;)

Pase de regreso, Ramo...

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