indiferente a ese gran río
de huesos,a ese gran río
de sueños,a ese gran río
de sangre, a ese gran río?"
Nicolás Guillén
Cada vez que reaparece el frío del preinvierno la escena se repite, cruel, y se me pega en la retina. Y en el recuerdo.
La gente que duerme a la intemperie en la ciudad. Rígidos de rocío y blancos de luna, duermen sin descansar en las veredas, en huecos infames, bajo las no-copas de árboles raquíticos.
Tapados con papeles, con pedazos de trapos, con lonjas pringosas de naylon. Amontonados de a dos, de a tres, sobre pedazos sudados de goma espuma. Duermen estremecidos y resignados, un sueño liviano a veces, el sueño que una patada despeja de golpe; otras veces profundo e indiferente a los ruidos.
A su lado pasan, pasamos, todos los bien dormidos y abrigados de la civilización. Cierro los ojos, cobardemente, porque temo que mi corazón se convierta en cementerio.
Me froto las manos ante la estufa y no entiendo, no consigo entender en cuál de todas las circunvoluciones de la historia humana dejamos de ser la manada que se cuida las espaldas y comparte la comida. En qué fatídico momento se rasgó la delgadísima hebra que liga a los hermanos y empezamos a disputarnos la frazada, la fruta, el rayito de sol.
Una manada de perros no hace eso con un congénere, sin motivo. Algo terrible se nos ha perdido, algo fundamental y trágico, entre la opulencia de un extremo del péndulo y el despojo absoluto del otro lado.
Camino como un autómata por la ciudad hipertrófica, chocando levemente con otros autómatas como yo que se pertrechan para evitar lo más posible el contacto humano. No logro entender, no logro hacer nada mejor que sacudir mi cabeza y chorrear incomprensión. No me sale ser indiferente a ese gran río. Tengo frío, frío, frío por todos lados.
Me siento impotente y helada.
Tengo frío, tengo frío.
Dios mío, cuánto frío...
6 comentaron esto...:
Frío, como la piel de las estatuas de
próceres y santos y oscuro como su interior. Frío como los huesos olvidados de los mártires y oscuro como su mirada hoy vacía. Frío como las espadas victoriosas de la historia y oscuro como muchos de sus propósitos. Frío, como el cuchillo con el que se corta el bacalao...
venía poetico y derrapó con lo del bacalao!!!
(aparte QUIEN COME BACALAO HOY EN DIA?)
Salutes...siga...
y si...siempre dije,pensé y escribí ( en ese orden mismo) que hay ángeles desterrados desde hacen largos tiempos ya del Cielo.
A su lado pasan los de la Gloria de la frazada y del agua caliente.Los que caminan en lanas y no se adentran en barro para buscar una canilla para su bidón.
También pasan los de la Luz que no es tomada prestada y sí pagada religiosamente - claro -mes a mes y en pago fácil o banco.
También pasan los que ven,los que no ven,los que miran sin ver y los que llevan el dolor de mirar.
Uf..si uno pudiera extender manta caliente,fideítos,casa caliente y papelitos de colores para pagar o comprar la vida cálida...
Suerte que duele,que nos duele y suerte...que siempre sin que nadie se dé cuenta habemos gentes que poquito hacemos y decimos algo.
Dar hasta que duela.
Y dar es compartir lo que se tiene y no dar lo que sobra.
A pedido de La Pontiac, que oficia de crítica literaria, agrego esta pequeñez, ayuna de ironía, bacalao, y cuchillos que cortan ancho para algunos (los menos) y muy fino para otros (los mas):
Me vestí para el banquete
y me dieron a roer mis huesos
me desnudé para
las bodas
y me revistieron de escarchas
¿de qué avaricia soy el precio?
Aaaaadío
"¿de qué avaricia soy el precio?"
qué GRAN pregunta!!!
Si uno supiera...
Me recuerda las muchas preguntas del tema de Silvio
"¿Qué silencio aprendido nos preserva la vida?
¿Qué silencio oportuno nos convierte en prudentes?
¿Qué silencio asesino nos llena la barriga?"
Hay que seguir pensando y seguir sintiendo.
Es poco lo que podemos hacer.
Pero menos que poco es callar...
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