Según Samuel Beckett , el paradigmático "Pienso, luego existo" de René Descartes no era tal.
En una de sus obras aparece un atormentado Descartes proclamando que no se trata de "pensar" sino de "engañarse"
Y qué mejor para engañarse que enmadejarse infinitamente en el universo de las palabras?

"hay que intentarlo de prisa, con las palabras que quedan, ¿intentar qué?, lo ignoro, no importa, nunca lo supe, intentar que ellas me conduzcan a mi historia, las palabras que restan..., hay que decir palabras, mientras las haya, hay que decirlas, hasta que me encuentren, hasta que me digan, extraño castigo, extraña falta, hay que seguir ."


Fallor, ergo sum.
Me engaño, luego existo.

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