La mano de piedra dura, la mano de mármol, se hunde blandamente en el muslo blanco como nieve.
La cintura de piedra dura, la cintura de mármol, describe una torsión que imprime un giro a los dedos, también hundidos con falsa suavidad.
Los dedos de los pies se están por separar, pareciera, de un momento a otro...
Está el tiempo detenido en ese instante, donde la caricia se ha vuelto helada...

Sé de un niño asombrado que le preguntó a un escultor famoso (creo...no quiero errar...que a Miguel Angel) al ver la transformación de un enorme bloque de piedra, cómo era que él sabía que había un caballo adentro.

Pienso igual que el pequeño: algo, un don, un talento, un toque de dios... concede a algunos pocos humanos la capacidad para transformar la roca monolítica en estas fuentes de inspiración para los sentidos...

Que les den larga vida y escasos temblores.

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