Este post es una reescritura de una entrada antigua, antes llamada "Fantasmas del malquerer". Lo reescribo para vos, Ale.


Tomo lecciones de casi todo lo que leo, incluidas mis amadas historias de Ciencia Ficción.

En un cuento de Samuel Delany, Halcón, un prestigioso personaje en un mundo que muta de contraseña cada tantos días, va a subir a un medio de transporte. 
El empleado lo reconoce y le hace el gesto para que pase. Halcón le da las gracias con gesto de sorpresa, como si nunca recibiera estos favores.
Su acompañante se impresiona por el modo en que un sujeto tan distinguido, lleva su notoriedad,y entonces Halcón le explica su punto:
"Tan pronto como parezca que lo estoy esperando, dejará de suceder"

Realmente pienso igual que Halcón, el "cantante" de esta historia.

El mundo del querer me ha paseado con exquisita minuciosidad por casi todas los climas del afecto: el cariño, el desprecio, la mera simpatía, la pasión, la intolerancia, la compasión, la amistad, el olvido, el desamor, la fría venganza, la mansedumbre, los celos...

Después de mucho zarandeo del espíritu, una comienza a comportarse a veces como esos animalitos que han sido apaleados sin motivo, y por tanto, ante una presencia similar a la anterior, entrecierran los ojos y entumecen los músculos, porque el golpe puede llegar en cualquier momento.
Esperamos sufrir.
Porque antes, ya sufrimos.
Y si el golpe no llega, entonces la desconfianza o el recelo aumenta... ¿Cuándo sucederá? ¿cuánto se me permitirá esta apacible sensación?

Algunas veces la cosa cambia y es entonces cuando, sustituyendo al sacudón del desamor llega el bálsamo del buen trato.
La consideración. La caricia. El comentario que entibia el espíritu.

Y...ay! es tan fácil acostumbrarse a lo bueno... ¡Peligrosamente fácil!
(¿será que el destino verdadero es la felicidad y no aquello del valle de lágrimas?)

Cuando estás en un estado que se parece a la felicidad es increíble como se agitan ciertos fantasmas. Vamos a ponerles nombres, porque me enseñaron que hay que ponerle nombre a las cosas que deseamos entender...

Fantasmas entonces, que se llaman: Pasado, Envidias, Frustración, Miedo.

Fantasmas que susurran: "Cuidado! porque todo esto puede ser sólo una breve presoledad....!"

Fantasmas infelices... ¡No los quiero en mi presente! Ustedes sólo son buenos para los apaleados masoquistas, que esperan tanto el futuro golpe que finalmente lo reciben, como una siniestra autoprofecía cumplida...

Ante la avanzada de las sombras, me alegra comprobar que sigo siendo una aprendiz... 

Ando transitando los días en busca de ideas que alimenten mi curiosidad. Es por ello que ya tengo el truco con el cual se amortiguan los fantasmas y se goza mejor de lo bueno: voy a bautizarlo el truco de Halcón de Delany.


Y es así de simple:

SIEMPRE AGRADECE LOS BUENOS TRATOS. 
No los esperes. 
Asombrate cada vez que sucedan. 
No dejes de esforzarte para darle a los que amas, buenos momentos. No grandes momentos, sólo buenos: plenos de signos de amor.

Y cada tanto, ejercita la memoria. Para no olvidar que lo bueno persiste cuando es recíproco.

Entonces, cada agitación de los fantasmas es solo una brisa (no alcanza para enfriar el tizón que se ha encendido) y cada gota dulce es aún mas dulce.


A la salud de los que saben bienamar.

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