San Patricio, un niño que fue tomado prisionero y hecho esclavo.
Uno que escapó caminando 300 km para llegar al mar, porque eso era lo que le indicaba su corazón.
Un maestro, que gustaba enseñar con analogías sencillas, porque se regocijaba cuando podían entenderlo. Por eso usaba el trébol, para enseñar ese difícil asunto de la trinidad...esos tres que son uno...y son también tres.
El que encendió un fuego dorado e incesante, que llenó de espanto a los magos y druidas que no lograban extinguirlo.
Un irlandés cabezadura y astuto.

Ese Patricio, el que hablaba en palabras corrientes, dijo alguna vez, algo parecido a esta preciosa bendición:

Que el camino salga a tu encuentro.
Que el viento siempre esté detrás de tí y la lluvia caiga suave sobre tus campos.
Y hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te sostenga suavemente en la palma de su mano.
Recuerda siempre olvidar las cosas que te entristecieron, pero nunca olvides recordar aquellas que te alegraron.
Recuerda siempre olvidar a los amigos que resultaron falsos, pero nunca olvides recordar a aquellos que permanecieron fieles.
Recuerda siempre olvidar los problemas que ya pasaron, pero nunca olvides recordar las bendiciones de cada día.
Que vivas cien años, con un año extra para arrepentirte.
Y que desde este día en adelante, Dios te conceda muchos años de vida.
Él sabe que la tierra no tiene suficientes ángeles.


Yo tengo mi propio Patricio, mi propio angelito que desparrama bendiciones y que me ha sorprendido diciéndome que se sabe de memoria esta oración.

Que el buen Dios me lo guarde en la palma de su mano.

2 comentaron esto...:

Anónimo dijo...

mirar a los ojos a pato es como un reencuentro infinito.
abrazote de para ambos

verarex dijo...

cuanto se te extraña, Mme 3k!!

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